Rafael Ortega Basagoiti

Ligeti, Adams y Strauss por la Nacional: Del misterio al eterno retorno

Madrid. Auditorio Nacional. Sala sinfónica. 17-II-2023. Concierto sinfónico 12 de la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España. Solistas: Cuarteto Quiroga (Aitor Hevia, Cibrán Sierra, violines; Josep Puchades, viola; Helena Poggio, violonchelo). Director: Vasili Petrenko. Obras de Ligeti, Adams y R. Strauss.

El duodécimo sinfónico de la OCNE conectaba con dos de los hilos temáticos de la temporada en su primera parte: Ligeti 100 años con la obra Lontano, del húngaro naturalizado austriaco, y Visiones de América, con Absolute Jest, la obra del estadounidense John Adams para cuarteto de cuerda y orquesta, que contó con el Cuarteto Quiroga como solista.

La velada contó con Vasili Petrenko (San Petersburgo, 1976) como director invitado. Petrenko (ninguna relación con el titular de la Filarmónica de Berlín, de igual apellido), afincado ya en Londres y cancelados todos sus trabajos en Rusia como protesta por la invasión ucraniana, es el actual titular de la Royal Philharmonic y de la European Union Youth Orchestra, y lo ha sido de la Filarmónica de Oslo. Es también director honorario de la Royal Liverpool Philharmonic (con la que grabó un distinguido ciclo Shostakovich para Naxos) y director asociado de la OSCyL.

El maestro ruso, discípulo (como Gergiev, Bychkov y Temirkanov) de Ilya Musin, y más tarde de Jansons, Salonen y el propio Temirkanov, es de una gran solidez técnica, claro y preciso en su gesto, tal vez más eficaz que sutil, pero sin duda capaz de conseguir notables resultados.

Lontano es una obra de singular carácter, un cuadro lleno de misterio y de tensión sugerida que no termina de resolverse, en un vaivén dinámico que navega muchas veces en el extremo más suave y se asoma, con timidez y contención, al más fuerte. Kubrick debió pensar que esa tensión inquietante va como anillo al dedo a su película El resplandor, así que no es de extrañar su inclusión en ella. El lector avisado deducirá que para su adecuado disfrute es necesario disponer de la atmósfera adecuada. Dicho de otra forma: el misterio y la tensión quedan aniquilados si se ven arrollados por la intromisión de los clásicos móviles criminales y las asesinas toses emitidas con total ignorancia de la elemental contención.

Ya pueden imaginar que si hago este apunte es porque tal intromisión tuvo lugar, con indudable derroche, durante la muy lograda interpretación de la Nacional ayer, comandada por Petrenko con cuidada atención a ese vaivén dinámico y a recrear la mencionada tensión, que quedó decididamente mutilada por la asesina intrusión.

En una atmósfera por completo diferente se desarrolla esa partitura también singular pero por razones diferentes: Absolute Jest destila exquisito talento orquestador y natural fluidez y riqueza en la variedad rítmica, en una partitura que parte de Beethoven (citas varias de cuartetos op 131, 135 y Gran Fuga y sinfonías 7 y 9, incluso de la sonata Waldstein) para transformarlo, mezclarlo, unirlo y servirlo con chispeante humor. Parece acertada la descripción que el violinista del Quiroga, Cibrán Sierra, hizo justo antes de ofrecer como propina el movimiento lento del Cuarteto op. 135 del gran sordo, una de las piezas utilizadas como fuente de citas e inspiración por Adams: “después de haber metido a Beethoven en la batidora, vamos a devolverlo a su estado natural”, dijo Sierra, en una broma sonriente y adecuada que prolongó adecuadamente la scherzante partitura del norteamericano.

Estupenda interpretación de la Nacional, que sonó divinamente, y del Quiroga (muy levemente amplificado, como pide la partitura), que se fundió con extremo acierto con la orquesta en una lectura vibrante, animada y apropiadamente colorista, excelentemente guiada por un Petrenko siempre atento y cuidado en mantener esa chispa peculiar de la sonriente obra de Adams.

La segunda parte nos traía una de las más grandes cimas del género en el que Richard Strauss se convirtió en el gran dominador: el poema sinfónico. Fue también Kubrick, con su utilización del grandioso comienzo de la obra en 2001, una odisea del espacio, quien popularizó Así habló Zaratustra, op. 30, obra de grandioso colorido orquestal inspirada por una reflexión filosófica sobre el hombre y su lugar en el cosmos. Con o sin reflexión filosófica, la música es espectacular. No solo en el imponente inicio, sino en momentos como la transformación del motivo ascendente del inicio en una fuga colosal (De la ciencia), el encanto de La canción del baile o el enigmático final, que casi parece dejar la puerta abierta a que se retome el principio, en una sugerida evocación del eterno retorno evocado en el libro de Nietzsche.

Hemos tenido la fortuna (alguno dirá que la desgracia) de que coincidencias programadoras nos hayan permitido disfrutar, hace poco (noviembre de 2022), de una exquisita interpretación por la magnífica Sinfónica de la Radio Bávara dirigida por Ivan Fischer. Este mismo fin de semana, la Sinfónica de RTVE también la ha puesto en los atriles, comandada por su actual titular, Pablo González. Cosas que pasan.

La Nacional, que ha navegado con extremo acierto en aguas straussianas de la mano de su titular, Afkham que, como hemos comentado en otra reseña, ha ofrecido una magnífica Arabella estos días en el Real, sonó estupendamente bajo el preciso mando de Petrenko, en una interpretación sólidamente construida, más extrovertida y apasionada que invitadora a la reflexión, en la que quizá pudo conseguirse algo más de rotunda energía en alguno de los acordes iniciales o algo más de sutileza en el ppp marcado al final de la obra en la madera, pero en la que resultaron extraordinarios momentos como el delicado comienzo de la precitada fuga o la apabullante intensidad del clímax al final de El Convaleciente.

Brillante ejecución por una Nacional que demostró de nuevo encontrarse en excelente condición. Lucieron todas las familias y solistas, de cuerda y madera, con distinguida contribución del concertino Miguel Colom. Un éxito grande para un concierto de gran interés y ejemplar realización, que lo hubiera sido aún más si la obra de Ligeti no hubiera resultado tan maltratada por las intrusiones mencionadas.

 

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