Rafael Ortega Basagoiti

Una “Pasión” extraordinaria… para no perdérsela

No pensaba escribir otra vez sobre la Pasión según san Mateo, aunque el momento del calendario invite a ello. Pero, siguiendo el consejo de mi buen amigo Eduardo Torrico, he escuchado la interpretación que el francés Raphaël Pichon acaba de grabar para Harmonia Mundi, y no me puedo resistir a comentarla un poco aquí.

Por partes: este colosal oratorio bachiano, precisamente por su monumental dimensión, por ser algo inabarcable, admite diversos acercamientos.

Quienes hemos crecido desde pequeñitos con su escucha o, como en mi caso, con su interpretación, hemos convivido con diferentes tendencias: desde las sinfónico-románticas de Eugen Jochum, Otto Klemperer o Karl Richter (y en nuestro país, Frühbeck, que fue quien dirigió cuando yo formaba parte de la Escolanía del Recuerdo que la cantó en el Real) hasta las ultramodernas y esqueléticas favorecedoras de esa milonga de “una voz por parte” sobre la que me he expresado en otras ocasiones (la última no hace mucho) en este blog, pasando por la revolución que trajeron Harnoncourt y Leonhardt en los sesenta, y en cuya estela se movieron luego Herreweghe, Gardiner, Brüggen, Kuijken y tantos otros.

Harnoncourt decía que el Bach de Leonhardt era “demasiado calvinista”. Y es cierto que su interpretación de la Matthäus Passion (Deutsche Harmonia Mundi) lo es: austera, sobria, recogida. Como aquella inolvidable Pasión según san Juan que nos regalara en Cuenca, en la que prohibió (buena decisión) los aplausos, y que trascendió lo interpretativo para sobrecogernos en lo que en realidad llegó a sumergirse en una celebración. El fundador del Concentus Musicus, por su parte, empezó con niños en su primera grabación, pero terminó utilizando voces adultas en la última, y transitó por vías siempre más decididamente dramáticas. Herreweghe, en sus dos acercamientos discográficos (y en los que quien esto escribe le ha escuchado en vivo, hasta un total de cinco) se mueve entre la contención de Leonhardt y el más evidente dramatismo de Harnoncourt. Consigue un raro equilibrio que le ha llevado a convertirse, en mi opinión, en el mejor intérprete vivo de la obra.

Bach nunca compuso óperas, es cierto. Pero la narrativa inefable del evangelista, las intervenciones de la turba, y hasta muchos corales, tienen una intensidad teatral difícil de negar. El británico Peter Sellars lo entendió así cuando propuso una semi escenificación de la obra para la Filarmónica de Berlín, que bajo la dirección de Sir Simon Rattle, consiguió una interpretación (con un magnífico elenco solista) más que estimable. Y creo que, en buena medida, el francés Raphaël Pichon tiene una idea también parecida en cuanto a destacar la intensidad dramática de estos estremecedores pentagramas.

Gracias a Dios, o más bien gracias a su buen sentido común, Pichon se aleja de las milongas de una interpretación esquelética. Su propuesta es equilibrada, con 16 voces en cada uno de los dos coros y 18 y 17 músicos en las orquestas I y II respectivamente. Es cierto que la distribución vocal es un poco rara:  6/3/3/4 (sopranos, altos, tenores, bajos, sorprende que haya tantas sopranos como altos y tenores juntos) para cada coro. Pero lo cierto es que el resultado, al menos en disco, funciona.

Una característica singular de esta versión es que, con excepción del Evangelista, que por lo especial y denso de su papel está en una categoría aparte, los solistas, incluido Jesús, se insertan en el coro. En el coro I figuran la soprano Sabine Devieilhe (arias, esposa de Pilatos), la contralto Lucile Richardot, el tenor Reinoud van Mechelen y el bajo Stéphane Degout (Jesús). Los bajos Étienne Bazola y Georg Finger se encargan de encarnar a Pedro y Sumo sacerdote I (el primero) y Judas y Sumo sacertode II (el segundo). El segundo coro está presidido por la soprano Hana Blažíková, el contratenor Tim Mead (primer falso testigo), el tenor Emiliano González-Toro (segundo falso testigo) y el bajo Christian Immler (Caifás, Pilatos). Las sopranos in ripieno (15 en total) requeridos por Bach para los números primero y último de la primera parte son del coro Maîtrise de Radio France.

Más allá del contingente, capturado con una magnífica toma de sonido, es evidente desde el principio que Pichon dibuja una versión decididamente teatral, llena de contrastes, matices e inflexiones. Lejos queda ese contenido recogimiento de Leonhardt. Aquí hay impactos, y de los fuertes. Se mueve en tempi con cierta tendencia a la rapidez, pero sin arrebatar. Hay algún momento (el maravilloso coro Sind Blitze, sind Donner in Wolken verschwunden) en el que parece rozar la frontera del arrebato excesivo, pero la respuesta del coro es tan extraordinaria e impactante que uno acaba olvidando la velocidad vertiginosa a la que se ha desarrollado.

No elude tampoco Pichon matizar con ancha dinámica, incluso apianar el extremo algunas frases de algunos corales. Estos están dichos con extremo acierto general, aunque de vez en cuando se encuentra uno cosas (pocas, eso sí) a las que no termino de encontrar sentido. El coral nº 44, por ejemplo, empieza con los dos primeros versos fraseados con lógica: Befiehl du deine Wege (primero, hasta la barra de repetición) y Und was dein Herze kränkt (la repetición). Pero, sobre las mismas notas, el segundo verso (Der allertreusten Pflege), en lugar de respirar tras la palabra Pflege (donde la partitura tiene el calderón), lo hace tras la primera palabra del verso siguiente: Des, der den Himmel lenkt, supongo que interpretando la coma del texto como indicación para la respiración. Pero lo cierto es que queda un tanto antinatural.

Hay alguna otra decisión un tanto personal, que funciona en cuanto al impacto, aunque va contra lo que está escrito. El coral nº 62 Wenn ich einmal soll scheiden, justo tras la muerte de Jesús, tiene en la partitura indicación para que los instrumentos toquen colla parte (como en toda la obra; aquí, a las sopranos las doblan los dos oboes, las dos flautas y los violines, primeros; a las contraltos, los violines segundos, a los tenores, las violas, y a los bajos, los chelos y el continuo). Sin embargo, Pichon decide ejecutar este coral a capella, es decir, sin acompañamiento instrumental. Es indudable que en ese momento de dolor y recogimiento extremo, la desolación de la soledad coral, sin ropaje instrumental, tiene un impacto evidente, y más aún si tenemos en cuenta que el recitativo que sigue es el impetuoso relato del tenor sobre el rasgado del velo del templo y el seísmo que siguió, con lo que el contraste conseguido es tremendo. Pero… lo cierto es que la partitura no indica que ese coral deba hacerse a capella.

En cualquier caso, la interpretación es realmente extraordinaria. Para empezar, porque cuenta con un elenco solista de excepción. Es difícil imaginar un Evangelista mejor que el presentado por Julian Prégardien, que, en efecto, se muestra muy en la línea de los estupendos encarnados por su padre, Christoph. Vocalmente esplendoroso y dramáticamente intenso, de una carga emotiva realmente extraordinaria. Una maravilla de principio a fin. Otro tanto cabe decir de Stéphane Degout, que no sólo presenta un Jesús de imponente dramatismo y majestad, sino que sobrecoge en su interpretación de arias como Mache dich, Mein Herze, rein o en la doliente Komm, süsses Kreuz. Excepcional igualmente Sabine Devieilhe, en todas y cada una de sus intervenciones, coronadas en esa desgarradora aria donde estremece la voz acompañada solo por el inefable canto de la flauta con dos oboes da caccia. La sensación de soledad que da el silencio de cuerda y continuo es uno de esos momentos bachianos que ponen un nudo en la garganta. Y si quien canta lo hace como Devieilhe, no les quiero ni contar. Sobresalientes también Hana Blažíková (Blute nur, du liebes Herz), Lucile Richardot, autora de un Erbarme dich sensacional, y a paralelo nivel Tim Mead (magnífico Können tränen). Notables también González-Toro (Geduld, geduld), van Mechelen (Ich will bei meienm Jesu wachen) e Immler (Gerne will ich mich bequemen).

Mención aparte merece el grupo de continuo, una verdadera maravilla: Matthieu Boutineau, órgano, Antoine Touche, violonchelo, Thomas de Pierrefeu, contrabajo, Pierre Gallon al clave, y Thibaut Roussel a la tiorba.

Mi amigo Torrico iba muy lejos en la consideración, hasta calificarla, desde las páginas de Scherzo, como posiblemente la mejor Pasión según san Mateo fonográfica de la historia. Yo quizá no iría tan lejos, pero sin duda, pese a esas pequeñas objeciones apuntadas, sí la situaría muy, muy alto en la lista de las mejores. Ciertamente la más conseguida de los últimos años. Una maravilla que yo, si fuera ustedes, no dejaría pasar.

J.S. Bach: Pasión según san Mateo, BWV 244. Julian Prégardien, Evangelista (tenor). Stéphane Degout, Jesús (bajo). Sabine Devieilhe, Hana Blažíková, sopranos. Lucile Richardot, alto. Tim Mead, contratenor. Reinoud van Mechelen, Emiliano Gonzalez Toro, tenores. Christian Immler, bajo. Coro y Orquesta Pygmalion. Maîtrise de Radio France. Director: Raphaël Pichon. Harmonia Mundi 902691.93 (3 CD).

Les dejo aquí algunas muestras:

Primera parte, nº 1: «Kommt, ihr Töchter”: https://youtu.be/2TlLhU53ktg

Primera parte, nº 27: Duo “So ist mein Jesus nun gefangen»:  https://youtu.be/mBoJ2DiG3z4

Segunda parte, nº 38: Recitativo “Petrus aber saß draußen im Palast”: https://youtu.be/bO2rT2nx-_8

Segunda parte, nº 39: “Erbarme dich”: https://youtu.be/pzb3y96lZgs

Segunda parte, nº 49: “Aus liebe”: https://youtu.be/uG6VM_t4ydU

Segunda parte, nº 61: “Und von der sechsten Stunde (muerte de Jesús)”: https://youtu.be/7dEYIG8ONqY

Segunda parte, nº 62: “Wenn ich einmal soll scheiden”: https://youtu.be/Dm1WwZ2VH-g

Segunda parte, nº 65: “Mache dich”: https://youtu.be/rcbrXfVZ3x8

Segunda parte, nº 68: “Wir setzen uns mit Tränen nieder (coro final)”: https://youtu.be/bFkVYZFSijs

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.