Todavía fresca la memoria del concierto sinfónico 20 de la Nacional en la presente temporada, escuchado ayer, procede hacer un repaso de lo que se nos viene en la próxima, anunciado hace apenas un par de días en su presentación oficial. Digamos antes de adentrarnos en ello que el concierto mencionado fue magnífico. Se inició con un estreno absoluto de Elena Mendoza, encargo de la Nacional, titulada Naturaleza muerta con orquesta, sobre el que escribe Inés Mogollón en sus notas al programa: “Elena Mendoza hace suya esta idea pictórica [la naturaleza muerta como género pictórico que mejor rentabilizó el lenguaje simbólico y la alegoría]…partitura en la que integra la particular sonoridad de una colección de objetos cotidianos para incorporarlos a ese gran lienzo que es la orquesta”. Se utilizaron copas, botellas y otros “objetos cotidianos”. Ahí lo dejo.
Después, el extraordinario Primer Concierto para violín de Shostakovich. Estaba prevista la presencia de Lisa Batiashvili, pero la georgiana canceló por enfermedad y fue sustituida por Karen Gomyo (Tokyo, 1982), que ofreció una interpretación sencillamente extraordinaria de la endiablada obra. Segura, con un sonido de gran belleza, sensible y cuidada en los matices, enérgica y cruda en los pasajes más frenéticos del Scherzo o la Burlesque final, espectacular en la tremenda cadencia final del tercer tiempo.
Brahms después. Las coincidencias programadoras hacen que la Nacional ofreciera, con su titular, David Afkham, la Cuarta Sinfonía de Brahms pocos días después de que, en Ibermúsica, hiciera lo propio la Sinfónica de la Radio Sueca, también con su titular, Daniel Harding. El británico había puesto el listón bien alto, pero Afkham, que en este repertorio se mueve como pez en el agua y que ha llevado a la Nacional en estos años a una altura internacional desconocida desde hace mucho tiempo, presentó una interpretación magníficamente construida, vibrante, elegante en el canto inicial, bien asentada, como debe ser, en una cuerda grave sólida, pero con una sección de violines que lució mejor empaste y empaque que el de la cuerda sueca días atrás, algo especialmente evidente en algunos ataques complejos del primer movimiento, el endiablado tercero y bastantes pasajes del muy comprometido cuarto. Es muy evidente que la conexión que tiene el maestro alemán con su orquesta es muy especial, porque los resultados que obtiene son, de forma consistente, de un nivel realmente sobresaliente. Ayer lo fueron, una vez más.
El programa 22-23
Un repaso a la temporada 22-23 nos revela algunas cosas en común con ciclos anteriores: se mantienen los hilos temáticos (tres: Orillas del Báltico, Visiones de América y Ligeti 100) en los 22 conciertos sinfónicos, así como el Ciclo Satélites, el Focus Festival o los Descubre… conozcamos los nombres. Pero en otros aspectos hay diferencias apreciables.
La programación del ciclo sinfónico es, desde luego, poco convencional y sin duda será aplaudida por los amantes de lo menos habitual. Como ejemplo de ello digamos que Beethoven y Brahms se ausentan del ciclo sinfónico, y la presencia de Mozart y Haydn es testimonial (Quinto concierto para violín del primero, eso sí, a cargo de la fantástica Janine Jansen, y Sinfonía nº 64 “Tempora mutantur” en el sinfónico 17 dirigido por Leonidas Kavakos, que en ese concierto será solista en el Concierto BWV 1052 de Bach, completando el programa la nada frecuente Sexta sinfonía de Prokofiev). Que estas ausencias sean buena noticia… dependerá del gusto de cada uno, claro está.
Tampoco de Mahler se ofrece mucho (Sinfonías 7 y 8, ambas por Afkham), y lo mismo ocurre con Bruckner (Sexta, también por Afkham). Interesante lo que escucharemos de Shostakovich (Sinfonía nº 12 por Afkham y Concierto nº 1 para violonchelo con Narek Hakhnazaryan y dirección de Juanjo Mena). Hay, en cambio, una buena representación de Richard Strauss: Sinfonía alpina (Afkham), Zaratustra (Vasily Petrenko), y monográfico del sinfónico 16 dirigido por Pons (Suite de Elektra, Cuatro últimas canciones y Muerte y Transfiguración). De Ligeti, uno de los hilos conductores del ciclo sinfónico, nos llegan Requiem y Ramifications (Afkham), Atmosphères (Anja Bihlmaier, con Te Deum y Novena de Dvórak) y Lontano (Petrenko).
Interesante también, en fin, la oportunidad de escuchar la Cuarta Sinfonía de Nielsen (Mena), como también el concierto protagonizado por Thomas Adès (Obras de Adès más Taras Bulba y Sinfonietta de Janacek, sinfónico 13). Programación, desde luego, más atrevida de lo que es habitual, aunque no sé si la anémica representación de Mozart y Haydn (fenomenales entrenadores de orquestas) es una buena noticia.
Solistas y directores
Entre los solistas, hay que destacar (creo que es la primera vez que se hace) la participación de Leonidas Kavakos como solista, director y músico de cámara. En la primera faceta ofrecerá el Concierto de Korngold (sinfónico 2), en la segunda el antes citado sinfónico 17 y en la tercera el Satelite 14 (no el 5, como señala por error el libro en sus primeras páginas), junto a su inseparable Enrico Pace (Beethoven Sonata op 12 nº 1, Bartók Sonata nº 2, Ravel Sonata nº 2 y Sonata de Franck). Tendremos también otra violinista de campanillas (la antes mencionada Jansen) y la nómina de pianistas tampoco es manca: Trifonov (estreno en España del Concierto de Mason Bates, dirigido por Heras Casado), Seong-Jin Cho (Tercero de Rachmaninov, con Afkham), Chamayou (Quinto de Saint-Saëns) y Solaun (Segundo de Prokofiev en el ciclo Descubre… conozcamos los nombres). Súmense a ellos solistas de la propia orquesta (Juana Guillem, en Halil de Bernstein), o más solistas españoles distinguidos (Leticia Moreno, que estrenará el Concierto para violín de Benet Casablancas; Sara Ferrández, con el Concierto para viola de Hoffmeister, en el ciclo Descubre).
Entre los directores, aparte del propio Afkham (que, además de las obras mencionadas, dirige el Elías de Mendelssohn y la Quinta de Prokofiev), encontramos a los habituales Mena (Grieg, Saariaho, Elgar, Gerhard, además de los citados Shostakovich y Nielsen; estos tres últimos autores en un concierto dirigido a la Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya), Martín (Ravel, Falla, María Eugenia Luc, Saint-Saëns y Rimski-Korsakov), Pons y Heras Casado (Boulanger, Bates, Stravinski).
Entre las batutas foráneas, destacan el bonito concierto de la mexicana Alondra de la Parra (Bernstein, Halil para flauta y orquesta y Chichester Psalms, más los Cuadros de Mussorgski), el también atractivo de Anja Bihlmaier (programa citado antes) y el interesante de Vasily Petrenko (Lontano de Ligeti, Absolute Jest de Adams con el Cuarteto Quiroga como solista y Así habló Zaratustra de R. Strauss). La visita historicista de rigor corre a cargo de Ton Koopman (Les élémens de Rebel, Cantata BWV 207a de Bach e Incompleta de Schubert), y la veterana Simone Young (Arvo Pärt, Unsuk Chin y Patética de Chaikovski) completa la nómina de batutas femeninas, en la que encontramos también a Isabel Rubio (Un americano en París), ésta en el ciclo Descubre.
Allí aparecen también Julio García Vico (Ganador del XVI concurso Donatella Flick, Primera de Mendelssohn) y François López Ferrer (Stabat Mater de Poulenc con Sabina Puértolas). El director del coro, Miguel Ángel García Cañamero, se encarga del Sinfónico 15 (Sinfonía op 12 nº 4 de Boccherini, Te Deum de Dettingen de Handel y Responsorio de Navidad nº 3 de Corselli, otra de esas recuperaciones del Instituto Complutense de Ciencias Musicales que tanto se prodigan últimamente).
Completan la temporada los 24 conciertos del ciclo camerístico Satélites, más los dos del Focus Festival y los dos del ciclo para escolares y familias titulado En Familia.
Una temporada, en fin, en la que hay mucho de interés, aunque también ausencias importantes. A las de los señalados Mozart y Haydn habría que añadir que se echa en falta algo que venía siendo habitual y exitoso: la programación de una ópera en versión de concierto. No hay, desgraciadamente, ninguna esta temporada, y es una lástima y creo que una pérdida sensible también para la orquesta. Se echan también en falta algunos nombres de peso entre los invitados foráneos al podio, y sería bueno poder ver lo que la Nacional, en el estupendo momento en que se encuentra, puede ofrecer con más batutas de primer nivel al frente, incluidas algunas de las más jóvenes que están causando gran impacto. Se vienen nombres varios a la cabeza: desde el antes citado Daniel Harding a los jóvenes Klaus Mäkelä o Mirga Gražinytė-Tyla.
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