Madrid. Auditorio Nacional. Sala Sinfónica. Ciclo Universo Barroco del Centro Nacional de Difusión Musical. 3-III-2019. Les Musiciens du Louvre. Director: Mark Minkowski. Obras de Gluck y Rameau.
Las cosas se pueden hacer bien, regular, mal y rematadamente mal. El Real es un ejemplo de lo último, o, siendo generosos, de lo penúltimo. El CNDM, antes con Antonio Moral (responsable aún de la programación que estamos disfrutando este año, aunque él haya abandonado su puesto en el otoño de 2018) y ahora en las manos de Paco de Lorenzo, es un ejemplo de lo primero.
Si hace unas semanas gozamos de un estupendo Requiem de Mozart en las manos de Hengelbrock y el Balthasar Neumann Chor & Ensemble, ayer disfrutamos de una velada extraordinaria a cargo del inefable Mark Minkowski y sus Musiciens du Louvre, haciendo lo que mejor saben hacer: Gluck y Rameau. Porque la orquesta historicista de Grenoble, fundada por el carismático fagotista francés, ha transitado por repertorios varios, desde Bach y Handel hasta Offenbach y Schubert, pero, las cosas como son, en ninguno de ellos ha lucido como en el barroco francés, muy especialmente en Rameau. Lo que parece lógico, si uno ve el carácter y los modos de Minkowski, hombre afable, simpático y desenfadado, pero al tiempo lleno de energía, ímpetu y contraste. Un director colorista, cuyo gesto se preocupa más del acento, la línea del fraseo, que de marcar con precisión, aunque esto, cuando lo precisa, lo hace con gran claridad. Pero esa manera de batir las manos, con o sin batuta, enérgica, nerviosa, transmite una energía muy especial. Los músicos le responden con entrega y precisión, y el resultado es de una brillantez indiscutible. Lo gozamos en la primera parte, con el ballet Don Juan de Christoph Willibald Gluck, en el que cada pieza fue introducida con simpatía y humor (en francés) por Minkowski, y en el que la apoteosis de alcanzó en la enloquecida, furibunda danza final en la que se supone que Don Juan es engullido por las llamas del infierno, que aparecería también en la ópera posterior del mismo autor, Orfeo y Euridice. Es difícil imaginar esta música traducida con más nervio y electrizante trepidación que como la pudimos escuchar ayer. La segunda parte, subitulada Une symphonie imaginaire, no es sino una compilación, elaborada por Minkowski, de fragmentos orquestales de varias óperas de Rameau (este diseño lo llevó Minkowski al disco hace varios años, un ejemplar absolutamente recomendable), desde Zaïs a Castor et Pollux, pasando por Dardanus, Les Boréades y otras, incluyendo también Les indes galantes en la edición de William Christie. Aquí la introducción fue “general”, al principio, con una mezcla graciosísima de francés, italiano, inglés y algún ramalazo español. Minkowski derrochando simpatía por los cuatro costados. Y la música de Rameau brilló en su gran riqueza de contrastes, desde la oscura serenidad de la escena fúnebre de Castor et Pollux hasta la vibrante y colorista versión de Les Sauvages. Sensacional la prestación de Les Musiciens du Louvre, con una cuerda empastada y de precisa respuesta en los tempi más vivos (Minkowski no hace en ello ninguna concesión para hacer a sus músicos la vida más fácil) y una madera (cuatro fagots, cuatro oboes, dos flautas y dos piccolos ejecutados éstos por los mismos solistas de flauta) ejemplares, pero también estupendas las trompas y el percusionista. El éxito fue colosal y el inefable Minkowski ofreció de nuevo Les Sauvages, esta vez, cual Marcha Radetzky, con el público dando palmas bajo la entusiasta dirección del francés. Precioso concierto, una fiesta del color, el ritmo y el atrevimiento. Tras el que vienen otros tres con una pinta estupenda: La Pasión según San Juan, de Bach (Les Arts Florissants, William Christie, el 21 de marzo), Israel en Egipto de Handel (The Sixteen, Harry Christophers, el 14 de abril) y la Misa en si Menor, de Bach, por (Collegium Vocale de Gante, Philippe Herreweghe, el 11 de Junio). Casi nada. Sobre el oratorio de Handel les comentaré dentro de poco en la sección A paladear. Y esta tarde, en otra dimensión, el austero y severo pero genial Grigory Sokolov… que no pare la cosa. Les dejo aquí el enlace a Les Sauvages de Rameau por Minkowski, para que se hagan una idea de lo que pudimos disfrutar ayer. https://www.youtube.com/watch?v=5rtdQlAiGzY