Rafael Ortega Basagoiti

Esperpento enmascarado

Lo ocurrido

El domingo 20 de septiembre de este annus horribilis se tenía que celebrar la segunda (tercera, si se cuenta la velada extra del día 16 para jóvenes hasta 35 años) de Un ballo in maschera de Verdi, primer título de la temporada en el Teatro Real de Madrid. Digo que se tenía que celebrar… porque hubo de suspenderse tras una bronca de pronóstico reservado originada en un (a juzgar por las imágenes aparecidas en distintos medios) abarrotado paraíso. Los espectadores, mosqueados (con toda lógica) por lo que parecía un aforo bastante abarrotado, poco compatible con la seguridad que demanda la situación pandémica que vive España y, en particular, Madrid, iniciaron una protesta con gritos de “¡Seguridad!” y “¡Suspensión!”.

El teatro dice (hay espectadores que dicen que eso no es así…) que ofreció reubicar a los espectadores descontentos o devolver el dinero a quien no se sintiera seguro (más sobre ambas materias en el análisis a continuación). Tras un par de intentos de iniciar la representación, sin que se detuvieran las protestas, se decidió cancelar finalmente la función.

Desde los sonados acontecimientos, que rápidamente fueron recogidos por redes sociales y medios de comunicación, han circulado versiones diversas sobre lo ocurrido, incluida la de la dirección del propio teatro. ¿Qué pasó? Y sobre todo ¿Por qué? ¿Quién es responsable? Son cuestiones que intentaré analizar con la calma y rigor debidos. Y para ello, hay que repasar algunos antecedentes.

Antecedentes

  • El Teatro Real fue el primer teatro de ópera en abrir sus puertas en plena pandemia, inmediatamente después de levantarse el confinamiento. Nuestro país había vivido (y desgraciadamente sigue viviendo) un verdadero desastre en la primera fase pandémica, pero el duro confinamiento logró, con el precio de un cataclismo económico que tiene poco o tal vez único lejanísimo y trágico precedente en nuestro país, contener la curva estremecedora de la pandemia. Las funciones de La Traviata recibieron unánimes elogios en cuanto al respeto por la seguridad y la debida distancia entre los espectadores. Aunque por precaución (haber perdido un hermano condiciona, y de qué manera) decidí no asistir a la que me tocaba, puedo confirmar, por fuentes que me merecen toda confianza, que el protocolo de seguridad del Real era, en ese momento, encomiable, bien que con un aforo limitado al 50%. Se hicieron funciones extra para poder acomodar a todos los que tenían localidades originalmente, sin perturbar dicho aforo del 50%. Decisión asimismo acertada.
  • El fin del estado de alarma y la entrada en vigor del Real Decreto-Ley 21/2020 de 9 de junio, permitieron a las diferentes CCAA elaborar sus propias normativas para la desescalada. La CAM dictó una orden de la Consejería de Sanidad (668/2020, de 19 de junio) para establecer “medidas preventivas para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 una vez finalizada la prórroga del estado de alarma establecida por el Real Decreto 555/2020, de 5 de junio”.
  • Aunque a menudo se olvida, es importante (de hecho, es muy importante, creo) recordar que, en dicha normativa se recoge, en su Capítulo II, titulado “Medidas higiénicas generales”, el texto siguiente: “Séptimo. Deber de cautela y protección. Medidas de prevención e higiene de aplicación general para toda la población. 1. Todos los ciudadanos deberán adoptar las medidas necesarias para evitar la generación de riesgos de propagación de la enfermedad COVID-19, así como la propia exposición a dichos riesgos, con arreglo a lo establecido en el Real Decreto-ley 21/2020, de 9 de junio, y en esta Orden. El deber de cautela y protección será igualmente exigible a los titulares de cualquier actividad regulada en dicho Real Decreto-ley”. Por no repetirme no incluiré el texto correspondiente del Real Decreto-Ley, pero básicamente resalta el citado deber de cautela y protección. Nótese que dicho deber se resalta para todos los ciudadanos y para los titulares de cualquier actividad regulada en el Real Decreto-Ley, entre las que, naturalmente, también están las culturales. Nótese también que se dice que “todos los ciudadanos deberán adoptar las medidas necesarias para evitar la generación de riesgos de propagación”.
  • El artículo 34 de dicha norma dice textualmente lo siguiente:

Actividad en cines, teatros, auditorios, circos de carpa, salas multiusos polivalentes y espacios similares, así como en recintos al aire libre y en otros locales y establecimientos destinados a espectáculos públicos y actividades recreativas

  1. Desde la entrada en vigor de esta Orden y hasta al 5 de julio de 2020 los cines, teatros, auditorios, circos de carpa y espacios similares podrán desarrollar su actividad, contando con butacas preasignadas, siempre que no superen el sesenta por ciento del aforo permitido en cada sala por cada actividad, espectáculo o exhibición programada. Cuando se programen en un día diferentes actividades en un mismo espacio, se procederá a la limpieza y desinfección del espacio de uso público antes del comienzo de otra nueva actividad cultural.

Desde el 6 de julio de 2020 hasta que la situación epidemiológica lo aconseje el porcentaje de ocupación permitido se elevará al setenta y cinco por ciento.

Deberá garantizarse que, en todo momento, se cumpla el mantenimiento de la debida distancia de seguridad interpersonal de, al menos, 1,5 metros o, en su defecto, la utilización de medidas alternativas de protección física con uso de mascarilla.

  1. Las salas y espacios multiusos polivalentes con otros usos además del cultural podrán desarrollar su actividad contando con butacas preasignadas, siempre que no superen el cuarenta por ciento del aforo permitido.

Deberá garantizarse que, en todo momento, se cumpla el mantenimiento de la debida distancia de seguridad interpersonal de, al menos, 1,5 metros, así como la utilización de mascarilla salvo en los supuestos excepcionados por la presente Orden.

Hay pues tres puntos relativamente claros:

  1. Hasta el 5 de julio el aforo permitido era el 50%.
  2. Desde el 6 de julio el aforo permitido era el 75% “hasta que la situación epidemiológica lo aconseje”. Esto último ya no está tan claro, porque puede entenderse a mejor o a peor.
  3. Se debe mantener la distancia interpersonal de al menos 1,5 metros o, en su defecto, la utilización de mascarilla.
  • El pasado 10 de septiembre recibí el clásico correo electrónico del gabinete de comunicación del Real anunciando la inauguración de la temporada con Un ballo in maschera. En dicho correo aparecía la siguiente frase: “Se ofrecerán 16 funciones de Un ballo in maschera con un aforo máximo del 75% de las localidades y con las medidas de seguridad sanitaria implementadas en las 27 representaciones de La traviata el pasado julio, modificadas de acuerdo con la normativa aprobada recientemente por la Comunidad de Madrid.” El mensaje, como pueden comprobar, era confuso en su última parte, que hacía referencia a las representaciones de La Traviata pero introducía esa frase de “modificadas de acuerdo con la normativa aprobada recientemente por la CAM”, sin decir, y era un aspecto clave, cuál era esa modificación. Y esa confusión podría (como finalmente ha medio reconocido el propio Real) estar detrás, al menos en parte, de lo ocurrido ayer. ¿Por qué? Porque probablemente hubo gente que pensó que el protocolo sería como el de Traviata, sin caer en la cuenta de que lo sería en muchas cosas bastante accesorias, pero NO en una FUNDAMENTAL: el aforo y, por tanto, la distancia interpersonal.
  • Como uno ya se conoce el patio del Real, tuve la precaución de llamar antes del inicio de la temporada, para indagar cuál sería el protocolo de seguridad, dado que el 75% del aforo se me hacía asaz incompatible con la distancia de seguridad, y aquello me empezaba a provocar sudores. La pregunta mía fue directa: ¿Voy a tener sendos espectadores a uno y otro lado de mi butaca (en paraíso, que es donde tengo el abono)? La respuesta de mi interlocutor fue: “Sí”. Pero entonces ¿la distancia? Respuesta: “Es la política que hay de aforo”. Mi respuesta: En esas condiciones me parece que la seguridad deja que desear. ¿Pueden devolverme el dinero de mi localidad? Respuesta: NO. (Esto es importante por lo que vendrá luego). Puede usted poner a la venta su entrada. Nosotros intentamos venderla. Si lo conseguimos, nos quedamos un 10% de comisión de gestión y el resto lo ponemos en un monedero desde donde puede usted adquirir localidades para otros espectáculos del Teatro Real. Nótese que ni un ofrecimiento de devolución ni nada por el estilo.

Y ayer

Y ayer, a través de una conocida, empecé a recibir imágenes, en tiempo real, de unas localidades de paraíso bastante abarrotadas, algunas filas sin una sola localidad vacía. Había bastante sensación de asombro entre el público que, para colmo, había sido citado entre 45 min y una hora antes de la función, para estar ya en su localidad. Como quiera que no había distancia y la primera parte de la función duraba (según informa el propio teatro) hora y media, eso implicaba que los espectadores se encontraban apiñados durante más de dos horas.

Durante buena parte de ese tiempo, podían lógicamente hablar, antes de la función, algo que, como es bien sabido, da como resultado la emisión de aerosoles. Por cierto, vaya por Dios, ahora que me acuerdo, resulta que el CDC (Centers for Disease Control, Atlanta, EEUU), al que me he referido varias veces estos meses, está elaborando una nueva guía de recomendaciones en la que el contagio por aerosoles tendrá un protagonismo, digamos, diferente del que venía teniendo hasta ahora: https://elpais.com/ciencia/2020-09-21/ee-uu-apunta-a-la-transmision-aerea-como-principal-via-de-contagio-del-coronavirus.html?fbclid=IwAR14ryFicKpQOGgEUTZ8s8SUl_-U2yoqmQKNL_T0H7c2msr08-ATk712rRM).

Y miren por dónde. Un amigo mío que sabe que sigo el tema con atención, me pasa justamente hoy (las coincidencias las carga el diablo, mecachis), un artículo del British Medical Journal (https://www.bmj.com/content/370/bmj.m3223) sobre la razón de ser de la distancia interpersonal y cómo, a la hora de decidir qué medida debe tener, hay que tener algunas cosas que he repetido hasta la saciedad estos meses: nivel de ocupación, ventilación y tiempo de exposición. Lo que es el nivel de ocupación, vistas las imágenes… uno diría aquello que tan popular hizo el Dúo Sacapuntas cuando se preguntaban a sí mismos cómo estaba la plaza (de toros) y se contestaban: “¡Abarrotá!” Respecto al tiempo de exposición, pues sumen: 45 minutos de “antes” de la función, 90 hasta el descanso y 50 después del descanso. Total: 135 minutos seguidos, y luego 50 más. Corto, lo que se dice corto, no diría yo que es. Y queda la ventilación. Cualquiera que haya estado en óperas en el Real en las localidades de paraíso sabe lo que allí se pasa, así que lo dejaré, con mi mejor estilo británico, en que la cosa no mejora por esta variable. Por aquello de ser diplomático. La tabla que aparece en el artículo del British Medical Journal (sí, una revista médica y de prestigio, vaya por Dios, qué cosas tengo) dice que la combinación de largo tiempo de exposición, alta ocupación y pobre ventilación da como resultado un alto riesgo de contagio. No, no lo digo yo. Lo dicen los autores de ese artículo del BMJ (y otros muchos más, dicho sea de paso).

La post-cancelación

Ahora que se lleva tanto lo de la postverdad, pues ahí va lo ocurrido en la post-cancelación. Hubo para todos los gustos. Fotos que ilustraban un desahogo de las localidades caras frente al abarrotado paraíso, twits de Echenique diciendo que esto era el reflejo de lo que estaba haciendo Ayuso en los barrios del sur de Madrid (estupefaciente pero les juro que cierto, lo que hay que leer), desmentidos de gente que, en el patio de butacas decía que la falta de seguridad era también lamentable allí (Rosa Montero entre ellos)…

El Real emitió un comunicado (recogido con tibio entusiasmo por algunos medios generalistas y especializados) en el que hablaba de un “grupo minoritario” de espectadores (los videos y audios difundidos de la bronca no parecen confirmar que fuera tan minoritario), anunciaba una investigación y reiteraba que el grupo protestón era “reducidísimo”. Igualmente insistía en que había ofrecido la devolución del importe a los descontentos y reubicado a “una gran parte de los espectadores que protestaban”, y, por supuesto, en que ellos cumplían la normativa vigente. Había también, en lo de la investigación, una cierta insinuación (recogida igualmente por algunos en redes sociales) de que aquello había sido un sabotaje organizado.

En la mañana del día 21, los gerifaltes del Real comparecieron en una conferencia de prensa, en lo que por ahora parece el último acto de este esperpento. De manera más diplomática, intentaron asegurar que estudiarían nuevas vías para contentar a todo el mundo, pero “no a los que tienen un sentimiento subjetivo de la seguridad con la norma”, sin que esté muy claro a quienes se refiere el señor Marqués, para a continuación sacar, qué cansancio señor, el ultrasobado mantra del avión repleto. Y diciendo que el aforo anoche era el 51%, menos que el 65% que se había autoimpuesto el teatro y por supuesto por debajo del 75% permitido por la normativa según repasamos anteriormente.

La clave bien puede estar en estos dos párrafos de un segundo comunicado emitido hoy por el Real:

“Quizás el origen de la disconformidad de una parte del público con la distribución de sus localidades en la sala se deba a los cambios en el protocolo de seguridad sanitaria adoptado para las funciones de Un ballo in maschera, que no son los mismos que se aplicaron en las representaciones de La traviata en julio: se ha eliminado el precintado de las sillas y la obligatoriedad de dejar dos butacas vacías al lado de otras dos ocupadas, ya que ha variado también la normativa sanitaria de la Comunidad de Madrid.

En las funciones de La traviata no salieron a la venta las localidades previamente bloqueadas y en Un ballo in maschera se ha dejado venta libre hasta completar el 65% del aforo total de la sala, cuando el máximo autorizado por la Comunidad de Madrid era ayer de un 75%. Así, el público que ha comprado sus entradas ha podido elegir libremente sus localidades en la sala, sin límite por zonas, estando contemplada por el teatro, dentro de la normativa sanitaria vigente, la posibilidad de que los espectadores se sentaran en butacas consecutivas —tal como pasa en los transportes públicos— protegidos por su mascarilla y en una sala en que están en silencio escuchando la ópera”.

Tras el incidente, aseguran que intentarán “adoptar las medidas necesarias para que los espectadores se sientan más seguros”.

El análisis.

Lo que sigue es el análisis que el firmante, en función de la normativa, el conocimiento de la situación pandémica y la experiencia propia como abonado en cuanto a la atención recibida por el Teatro Real, puede ofrecerles de lo ocurrido.

  • Es cierto que la normativa de la CAM referenciada es (como lo han sido las del gobierno central) tan pobre como ambigua. Dejar a “si es posible” el mantenimiento de la distancia de seguridad es invitar a que nunca (o casi) sea posible por intereses económicos o comerciales. Insinuar que la mascarilla es reemplazo suficiente para la distancia cuando hablamos de un local cerrado, con mucha ocupación, poca ventilación y largo tiempo de exposición, es una barbaridad. Se ha dicho hasta la exasperación: la mascarilla es complemento, no sustituto de la distancia.
  • Hay otro agujero en esa normativa: lo de “cuando lo aconseje la situación pandémica”. Porque salvo que alguien ponga un criterio, eso queda en el aire. Ahora, por ejemplo, a muchos (el que suscribe entre ellos) nos parece de locos que en la situación pandémica que vivimos, se permita un aforo del 75% cuando estamos confinando zonas y municipios de la CAM por la grave explosión de contagios y hospitalizaciones.
  • Tiene razón el TR en que han cumplido esa normativa… porque en realidad esa normativa, con su “si es posible” les deja la puerta abierta a traducir lo que han traducido: que la distancia se podía dejar de lado.
  • Sin embargo, repasadas las graves responsabilidades que la CAM tiene en el asunto, el TR tampoco puede hacer de Pilatos, porque hay un aspecto de la normativa que NO ha cumplido. Sí, ese que alguno de ustedes está pensando: el deber de cautela y protección que preside toda la orden (y el RD-Ley del gobierno central). ¿Qué por qué digo esto? Muy sencillo. Este fin de semana el auditorio nacional ha iniciado su temporada con el primer concierto de la Orquesta Nacional. Quien quiera que ha diseñado el protocolo de aforo de la sala madrileña, sea el INAEM o la propia dirección técnica de la OCNE, ha hecho los deberes, ha tenido en cuenta la situación y el “deber de cautela y protección”, y el aforo se ha limitado a lo que era razonable, con localidades libres (una ocupada, una libre etc.) con localidades previamente bloqueadas, como debe ser. La pregunta es obvia: si con la normativa de la CAM vigente en ambos casos, en uno se hacen las cosas bien (es decir, no exprimiendo el límite porque la situación es la que es) y en otro no… pues habrá que preguntarse quién es responsable de lo uno y de lo otro.
  • Otro agujero de la normativa. En ese mismo “deber de cautela”, se estipula, según apunté al principio, que “los ciudadanos deberán adoptar las medidas necesarias para evitar la generación de riesgos de propagación de la enfermedad COVID-19, así como la propia exposición a dichos riesgos…”. Esto está fenomenal, solo tiene un pero. Si uno se encuentra en un local como el Real, con el aforo de paraíso bien apretadito, ya me explicarán cómo se cumple con lo de adoptar las medidas necesarias para evitar la generación de riesgos de propagación y, sobre todo, la propia exposición a esos riesgos. Definitivamente, algo no cuadra…
  • No acaban ahí los despropósitos del TR. En el primer comunicado hablan de que reubicaron espectadores y ofrecieron devolver importe de localidades. Ahora incluso van a buscar soluciones para satisfacer a la gente. Pero lo hacen, ay, tras la bronca. Porque ANTES de la bronca, cuando yo les llamé la semana pasada: me dijeron que ni distancia ni gallinas jóvenes en vinagre: ajo y agua, según les conté al principio. Y eso, lo siento, es miserable. O sea, si hay bronca, ofrezco devolución, reubicación o hacer el pino puente, pero si va usted indagando de forma pacífica, le enseñamos el dedo medio bien erguido. Y luego van y se extrañan de que haya bronca. Y nos rasgamos las vestiduras, y nos preguntamos cómo es posible etc. etc. Pero eso tiene un nombre en castellano: cinismo.
  • Más aún: ahora reconocen (ver los párrafos del comunicado más arriba) que la razón de la bronca era probablemente la confusión. Pero ay, la confusión la han creado ellos, porque NO especificaron cuál iba a ser el protocolo (como han hecho a posteriori). Se callaron y emitieron mensajes que no decían nada. Solo si llamabas por teléfono y preguntabas directamente, te contestaban como me hicieron a mí. Para decirte, naturalmente, que esto es lo que hay, y que alternativas, ninguna.
  • Ha habido gente que ha opinado (algunos músicos del Real entre ellos) que esto era un boicot y que la gente que no estuviera conforme podía haberse levantado y abandonado la sala para reclamar después. No estoy de acuerdo. Cuando una organización tan poderosa como el TR ha organizado el asunto de una manera lamentablemente manipulada y confusa, con absoluto desprecio del deber de cautela y protección, ignorando que LO MÁS IMPORTANTE de su cacareado protocolo de seguridad, la distancia, lo habían pasado por la trituradora, cuando ha engañado a abonados como el que suscribe negándoles alternativa alguna que, de repente, ha aparecido como por milagro cuando se ha organizado la bronca, no puede simplemente decir que ha cumplido la normativa y ya está. No señor Marqués. No está. El auditorio nacional y la orquesta nacional le han demostrado que NO está. Que se puede cumplir TODA la normativa, incluido ese deber de cautela, y no solo la que le conviene al bolsillo del Real, aunque sea a costa de esta manera rastrera de manejar algo tan delicado. Y, señores de la CAM: ya están tardando en modificar la normativa y hacer algo serio. La Orden en cuestión es, lo siento, una chapuza. Y una chapuza manejada por unos caraduras, no anticipa una buena mezcla.

 

Conclusión

Mal que les pese a estos gerifaltes nefastos cuya gestión marcará un hito a no recordar, este episodio ha vuelto a poner de manifiesto que la normativa es mala y que quienes la aplican son incluso peores que la normativa misma. La situación de la pandemia manda algo claro: aforo limitado (como mucho al 50%, en algunos casos puede que menos), localidades preasignadas y nominales para permitir el seguimiento en caso de contagio, disposición que asegure la distancia de 1,5 m y en función de eso, decidir aforo permitido, y no al revés. Y por supuesto decisiones más duras (o más blandas) en función del escenario pandémico. Espero que, de una vez por todas, aunque sea a base de broncas, hayan aprendido. Es delirante, con las imágenes que hemos visto, que la policía municipal certificara, como ha recogido algún medio (https://www.elmundo.es/cultura/teatro/2020/09/20/5f67b44e21efa047398b4635.html), que “se respetaba la distancia de seguridad”, salvo que esta se haya redefinido a 50 cm.

Lo he dicho muchas veces. TODOS añoramos volver a la normalidad pretérita. Pero eso NO va a ser posible durante un tiempo. Si los eventos no son posibles con aforo limitado, habrá que programar ayudas a gestores, salas, profesionales y agentes. Aquellos que sean posibles con aforo limitado, complementados con streaming de pago, con funciones extra (como en Traviata en julio) etc. podrán ir adelante. Lo que no puede ir adelante es la temeridad de poner al público durante casi tres horas en plan sardinas en lata para asegurar un aforo imposible que, que yo sepa, no está permitiendo ningún teatro y mucho menos en un país con una situación como la nuestra. Todo ello, claro está, salvo que la normalidad que deseemos recuperar sea la de marzo y abril. A veces se hacen cosas que cualquiera diría que justamente eso es lo que vamos buscando.

 

Enlaces relacionados:

Orden de la CAM: http://www.madrid.org/wleg_pub/secure/normativas/contenidoNormativa.jsf?opcion=VerHtml&nmnorma=11297#no-back-button

La noticia de la suspensión

https://scherzo.es/el-real-suspende-la-funcion-de-esta-noche-por-las-protestas-de-un-sector-del-publico/

https://www.abc.es/cultura/musica/abci-escandalo-teatro-real-202009202045_noticia.html

https://elpais.com/cultura/2020-09-20/el-publico-del-teatro-real-fuerza-la-suspension-de-una-funcion-por-la-falta-de-distancia-social.html

Comunicado del Real sobre la suspensión:

https://scherzo.es/comunicado-oficial-del-teatro-real-sobre-la-cancelacion-de-esta-noche/

Tras la conferencia de prensa de hoy:

https://scherzo.es/el-teatro-real-reitera-que-cumplio-en-todo-momento-con-la-normativa-vigente/

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4 thoughts on “Esperpento enmascarado

  1. Aún sin ser testigo directo y viendo tus argumentos perfectamente razonados, no puedo estar más de acuerdo y añado que cuando tanto en la CAM como en el TR pesan mas las motivaciones económicas que las de la seguridad higiénico sanitarias, el panorame no pude ser más desalentador.

  2. Sin comentarios, esta vez, microbiologicos o/y infectologicos y por ende de salud publica. Tienes toda la razon Rafa. Desproposito epidemiologico y por ende musical. Totalmente de acuerdo contigo en tu doble formacion. Un abrazo y animo.

  3. La Traviata fue perfecta, pero la avaricia ya se sabe lo que pasa. Es increíble la mala gestión que están llevando a cabo en el Real . Todavía me deben la devolución de las entradas del concurso de Francisco viñas porque he querido la devolución y no la tarjeta regalo y además todavía no he recibido la tarjeta de abonado de las tres óperas de esta temporada. Veremos si han aprendido la lección y ofrecen lo básico, SEGURIDAD, porque en caso contrario habrá que dejar de ir al Real, mal que nos pese.

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