Hace tiempo comenté, respecto a este virus que nos tortura, que asistimos a un ejercicio colectivo de desmarque que podría titularse “el culpable invisible”. Todos los colectivos presuntamente afectados por el virus canalla se apresuran a negar su implicación en la difusión del susodicho. El colectivo de la hostelería no es “culpable”, aunque el riesgo de los locales cerrados, no bien ventilados y en los que se retira la mascarilla para poder comer y beber, sea evidente y se hayan publicado casos de contagio bien documentados ocurridos en restaurantes o bares.
El sector del transporte tampoco es culpable, según parece, a juzgar por las repetidas menciones de las autoridades afirmando que es segurísimo, aunque a uno se le ponen los pelos como escarpias viendo aviones, metros o autobuses hasta arriba. El sector del ocio nocturno, tampoco, aunque en una discoteca, con abundancia de alcohol, escasez de mascarillas y la consabida batalla decibélica por hacerse oír por encima del volumen ensordecedor de la música enlatada, el panorama contagiador es como para que el virus declare fiesta mayor. Y por supuesto, el colectivo del espectáculo, teatral, musical o escénico, tampoco.
Hay un problema con la identificación de los contagios y, sobre todo, de los lugares o contextos en que ocurren. Y cuando no se identifican, se abre la puerta a que algunos hagan la fácil equivalencia de “no se identifican contagios en tal contexto, lo que quiere decir que tal contexto es seguro”. Algo escribí el otro día sobre el peligro de las etiquetas y los mantras (https://scherzo.es/blog/cuidadin-con-los-mantras/), pero hay más cosas que recordar en este sentido. La equivalencia es fácil, pero está basada en una falacia: que no se haya podido identificar el origen de un contagio no quiere decir que el contagio haya ocurrido por arte de birlibirloque, sino más bien que no hemos podido trazar adecuadamente la secuencia que le ha conducido al contagio. ¿Problema de rastreadores? En parte sin duda, pero también problema de que hay cosas que se podrían hacer mucho mejor.
Un par de amigos han tenido la gentileza de pasarme un interesante artículo que publica hoy El País (https://elpais.com/sociedad/2020-10-26/el-factor-k-por-que-importa-donde-nos-infectamos.html) sobre el famoso tema de los supercontagiadores (ya saben, 15-20% de los casos son responsables del 80% de los contagios), asunto sobre el que me he pronunciado en ocasiones anteriores. Se plantea en el artículo una interesante cuestión en cuanto al rastreo, poniendo el énfasis en la identificación de los “clusters”, materia en la que los japoneses han trabajado bien, como comentaba yo en el artículo de Scherzo antes citado. Lo más importante del artículo es justamente conectar los positivos que se detectan con los eventos dónde se contagiaron. Eso requiere, entre otras cosas, una capacidad de identificar a los asistentes. Como señala el autor, en España, la gran mayoría de los casos no se pueden ligar a ningún brote conocido.
Y si eso es así, es porque falta información. Me explicaré. Si en los teatros y salas de concierto, las entradas fueran nominales y hubiera obligación de que los asistentes dieran datos de domicilio y/o teléfono (como ocurre en Alemania, por ejemplo), sería más fácil, si surge algún contagio, contactar inmediatamente a los otros espectadores y detectar si ha habido más positivos ese día entre los asistentes al evento en cuestión. Si los ha habido, ¡bingo!, tenemos un cluster identificado. Pero si no sabemos nada de quienes han asistido al evento, no hay forma humana de identificar esos “clusters”. Y obviamente eso no quiere decir, en forma alguna, que no existan. Solo es una cuestión, no baladí precisamente, de que no hemos sido capaces de identificarlos.
Les contaré un episodio que conozco bien porque me pilla cerca. Cuatro personas conocidas asisten a un evento (un partido de fútbol, en este caso). Cuatro-cinco días después, tres de ellos empiezan con síntomas de Covid. Uno de ellos fallece poco después. Otro más tiene un cuadro relativamente serio, pero por fortuna se recupera bien, y un tercero tiene un cuadro bastante leve. Otra persona más cercana al paciente fallecido tiene poco después también un cuadro razonablemente leve. Es obvio que la coincidencia (tres de cuatro asistentes) del evento e incluso del momento de inicio de los síntomas hace que el evento en cuestión haya sido, con toda probabilidad, el lugar donde se contagiaron todos. Por supuesto, de no mediar el conocimiento personal del caso, sin los datos de cada uno, el susodicho hubiera quedado sin identificar. De hecho, de las decenas de miles de asistentes a ese evento, me parece seguro que habría muchos más casos, pero, como diría un castizo, écheles un galgo.
Lo que quiero decir con esta disquisición es que todo el asunto de los confinamientos perimetrales, zonales, nocturnos o mediopensionistas, está muy bien. Pero en realidad, si los rastreos se hicieran como es debido, probablemente esas restricciones de movilidad (qué bien le queda esto a ese rey del eufemismo llamado Sánchez) podrían ser más leves. Por supuesto, eso implica trabajos de los rastreadores… y de quienes organizan eventos o reservas en restaurantes. Claro que… igual no se hace eso no sólo porque es mucho trabajo (que lo es), sino porque no conviene. Dicho de otra manera, si se identifican clusters en determinados eventos o contextos… tal vez queden señalados y la gente se retraiga de asistir. Malo para el convento, letal para el mantra. Así que igual, más que “no se han comunicado contagios en tal contexto”, estamos asistiendo a una genuina y nunca bien ponderada aplicación de aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Si eso es lo mejor o no, es otra cuestión. Pero no conviene confundir al personal con mensajes que en realidad están basados en algo un tanto falaz.
Lleva toda la razón. Creo que no hay voluntad genuina por parte de los responsables últimos,-el Gobierno y las CCAA-, de hacer las cosas bien. Desde luego que hay gente irresponsable, pero lo es más que no haya más transporte, que los Rectores de las Universidades no «se enteren» de los botellones programados en sus campus, que en estos tres meses de bajada de contagios no se haya reforzado la asistencia básica sanitaria y sea desde los ambulatorios dónde se haga el rastreo….quiero pensar que la mayoría de la gente si hace caso y no es justo que paguen justos por pecadores porque también es más fácil controlar locales de ocio que botellones en parques y polígonos. Un saludo.
«La juventud española mejor preparada» ( botellones pandemicos), «el sistema bancario mas fuerte» (rescatado), «un magnifico sistema sanitario» (abandonado por gobiernos de todo signo), y «lo facil es cerrar» ( la inclita trabajando en sindemia con el coronavirus actual). Que dirigentes mas bestias. Mucha letra (MKT) y poca musica. » The present-day composer refuses to die» (Edgard Varese. July 1921).
Ojos que no ven. Yo en tu linea, la linea, amigo. Un abrazo Rafa.