A veces el despropósito no le deja a uno en paz ni siquiera cuando está en otros menesteres, en este caso cubriendo unos recitales líricos en el Festival Castell de Peralada. He estado tentado de dejar correr el asunto aplicando aquello de que no hay mayor desprecio que el menor aprecio, pero cuando se trata de insultos, y en este caso insultos a un prestigioso certamen en España y a ilustres miembros de su jurado, llega un momento en que uno siente que ha de alzar la voz y poner en su sitio ciertas conductas impresentables.
Norman Lebrecht (Londres, 1948) es un periodista musical británico bien conocido, generalmente bien informado, aunque con una infausta tendencia amarillista que malogra sus escritos una y otra vez. Pese a ello, y precisamente por gozar de buena información, leo sus noticias con asiduidad, aunque me desagrade esa pertinaz tendencia a lo tabloide.
Por otra parte, quienes me leen con cierta asiduidad, saben que no soy precisamente el mayor partidario ni entusiasta de los concursos musicales. Mezclar la competición con el arte no es algo nuevo, y atrae público, aunque a uno le rechine el concepto de “ganar” en materia artística. Entiendo que, tal como está el mundo, los concursos sirven de plataforma de lanzamiento a muchos artistas, y es bien cierto que muchos de los grandes nombres de la interpretación, también españoles, alcanzaron las primeras cotas de celebridad ganando concursos de prestigio.
También lo es, sin embargo, que muchos otros ganadores nunca llegaron a instalarse en la elite, quizá, entre otras cosas, porque el brillo anticipado no llegó a cuajar. Otro asunto, que también ha sido tratado desde estas líneas, es el espinoso tema de los profesores como miembros del jurado que deciden finalistas y ganadores… con sus alumnos implicados en la decisión. El pasado caso de la última edición del concurso Chopin, con el profesor del ganador siendo miembro del jurado y otros tres más (de seis pianistas galardonados) contando igualmente con maestros en el jurado, es paradigmático de prácticas que necesitan una operación urgente de limpieza en lo que a potenciales conflictos de interés se refiere.
Pero se esté o no a favor de los concursos, y sin menoscabo de lo que debiera hacerse respecto a la limpieza de sus procedimientos de selección y decisión, lo que no es tolerable es justamente lo que acaba de hacer el señor Lebrecht desde su blog. El asunto tiene que ver con el XX Concurso Internacional de Piano de Santander, como habrán adivinado por la imagen que encabeza este artículo.
Creo que caben pocas dudas sobre el prestigio de este concurso, que figura por méritos propios en la elite de los pianísticos, junto a los Van Cliburn, Leeds, Chopin, Chaikovski o Reina Elizabeth, entre otros. Para esta edición, un jurado de preselección seleccionó los invitados a participar en las fases finales, partiendo de más de 300 inscripciones recibidas. De dichas inscripciones, 19 pianistas de catorce nacionalidades comenzaron a concursar en la capital cántabra en la última semana de julio. El pasado día 28 de julio se comunicaron los nombres de los 12 seleccionados para las semifinales, y el día 2 de agosto se informó de los nombres de los seis finalistas, que estarán disputando esa final los días 3 y 4 de agosto.
El jurado ha estado presidido por Joaquín Achúcarro, contando con Claudio Martínez Mehner y Rena Shereshevskaya como vicepresidentes, y con Péter Csaba, Barry Douglas, Akiko Ebi, Ana Guijarro, Márta Gulyás (presidenta del jurado de preselección) y Hüseyin Sermet como miembros. Cuatro de los nueve miembros del jurado son mujeres, y tres de los nueve son españoles. El jurado de preselección estuvo presidido por una mujer, aunque los otros dos miembros eran hombres.
Para poner las cartas sobre la mesa; de los 19 concursantes que emprendieron la competición en Santander, 14 eran varones. Tal vez por ello no sorprenda que, entre los doce semifinalistas, diez fueran varones. Pero lo malo, ay, en estos tiempos de estúpida manipulación, es que al jurado no se le ha ocurrido mejor cosa que seleccionar a seis finalistas que han cometido el terrible pecado de ser varones. Da igual que toquen mejor o peor. No ha pasado ninguna mujer a la final (dos de doce semifinalistas, cuatro de diecinueve que empezaron). No mujeres, poco importa (o parece importar) si eran mejores.
Así que a Lebrecht no se le ocurre mejor cosa que titular “Final totalmente masculina elegida en el Concurso de Santander” para seguir, en el texto de la breve noticia, diciendo que “los jueces del XX Concurso de Santander han excluido a las mujeres de la final”. Nótese que no dice “han elegido a los mejores”, sino “han excluido a las mujeres”. Mujeres en lugar de mejores, porque naturalmente no vamos a pensar que el jurado ha pensado en los mejores, no en que fueran o no mujeres. Lo que hacen un par de cambios de vocales hechos con la peor intención.
No contento con el primer despropósito, Lebrecht concluye con algo que es un insulto, sin lugar a ninguna duda. Insulto a todos y cada uno de los miembros del jurado. Dice Lebrecht: “Se adjunta una foto del jurado”. La foto en cuestión es, como pueden comprobar, de un dinosaurio (https://slippedisc.com/2022/08/all-male-piano-final-is-chosen-in-santander/). Lo que es peor aún. No contento con la ofensa propia, está, además recibiendo con los brazos abiertos la ofensa ajena, en forma de comentarios ofensivos a España como país. El primero de ellos dice: “España nunca ha demostrado ser civilizada, ¿recuerdan cuando fueron «neutrales» durante la Segunda Guerra Mundial? Supongo que esta ideología se extiende a sus concursos de piano también en términos de quiebra moral…”. El segundo, casi peor, reza: “Si, España es tan mala como Rusia, si no peor.”
En fin, quede desde estas líneas expresado mi rechazo absoluto al excremento vertido por Lebrecht en su breve nota y a la basura antiespañola de alguno de sus “comentaristas”. La falta de respeto al jurado, que cuenta con luminarias del teclado como las mencionadas en este artículo es sencillamente intolerable. La ofensa a las cuatro mujeres que forman parte del mismo, y que, según Lebrecht, se supone que han tragado con la “exclusión” de las mujeres que competían, palmaria. Deleznable.
En fin, les dejo mis últimas contribuciones para Scherzo
Opinión:
https://scherzo.es/porfiando-hacia-la-estupidez-oficial/
https://scherzo.es/es-tarde-para-recuperar-la-sensatez/
https://scherzo.es/haydn-el-infrecuente/
Críticas de conciertos:
https://scherzo.es/peralada-yoncheva-y-martineau-de-francia-a-italia/
https://scherzo.es/peralada-emotivo-homenaje-a-josep-carreras/
Creo que a tenor de los comentarios del susodicho y si hubieras omitido nombre y nacionalidad, en lo primero no habríamos caído, pero en lo segundo hubiéramos acertado una mayoría. Gracias por el artículo
Qué vergüenza de reseña del tal Lebrecht. No solo ofende al jurado, sino a las pianistas, a las que asume sin talento, y que deberían haber pasado solo por ser mujeres. No hay muchos comentarios pero los que inventan otro capitulo de la leyenda negra se pueden llevar nuestros votos negativos.
El estreñimiento perpetuo llega a emponzoñar el cerebro de algunos maniqueos, como este Norman, conspicuo poseedor de la verdad absoluta.
Bravo Rafael.
Creo que este impresentable que se cree periodista debería ser objeto de una seria demanda ante los tribunales por tanta ponzoña difamatoria que vomita.
Gracias Rafael.