Rafael Ortega Basagoiti

Bronca para el Fausto rockero


Ayer empezó la temporada de ópera en el Real. Estuvieron los Reyes, que el año pasado no pudieron ir porque estaban esos independentistas del nordeste dando mal.

Estuvieron también las fuerzas vivas, políticos, periodistas distinguidos (y alguno no tanto) y personajes de la cosa glamurosa como Isabel Preysler. Los Reyes fueron recibidos y despedidos con vítores. Para la producción hubo, como dirían los taurinos, división de opiniones, aunque con abucheos bien evidentes y gritos de “¡Fuera!” cuando el equipo responsable salió a saludar. Encima, como éramos pocos, parió la abuela, y a un par de ellos no se les ocurrió mejor cosa que salir a saludar… si, con eso que ustedes están pensando: ¡¡¡ los lacitos amarillos !!! ¿A que no les extraña que les montaran la bronca? La cuestión es que no se sabe dónde acaba la bronca por el lacito (qué pereza, señor) y dónde empieza la que le regalan a la producción. Para que se hagan una idea, en esta “producción”, el bueno de Fausto es un rockero (me parece que la foto que acompaña esta breve nota, gentileza del Departamento de Marketing, digo, de Comunicación del Real, habla por sí sola). Cuando quien suscribe asista a la función que le toca (en un par de semanas) ya les contaré con más detalle. De momento, parece que la cosa vocal funcionó, que la batuta era más bien de segunda división y ocasionó más de un resbalón (por qué será que no me sorprende) y que el principal objeto de las iras del respetable fue, la puesta en escena. Si el público se rebela contra tanta estupidez pseudointelectualoide y se termina de una vez con la tiranía de unos directores de escena dispuestos a devorar partituras y libretos con auténtica saña, premeditación y alevosía, igual no está todo perdido. Claro está que para empezar no estaría de más que “los medios” se lo hicieran mirar y en lugar de babear sin norte introdujeran algún elemento crítico en su aproximación a la cosa. Pero para eso resulta que hay que iniciarse en la materia, algo que en buena medida distan de hacer, como les voy a mostrar ahora mismo: estimados señores de El Confidencial, Fausto es una ópera del compositor francés Charles Gounod, con libreto Jules Barbier y Michel Carré, inspirado en una parte de la obra del mismo título de Goethe. Pero Goethe NO es, como señalan ustedes (“la partitura de Johann Wolfgang von Goethe”) el compositor, y los mencionados Barbier y Carré tampoco son los autores de “la versión actual”, sino los del libreto sobre el que Gounod escribió la partitura. Si empezamos por no saber dónde está el freno y dónde el acelerador, es más que probable que estampemos el coche y la cosa termine, como poco, en chapa y pintura.

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6 thoughts on “Bronca para el Fausto rockero

  1. Estoy de acuerdo Rafa! … cuánta educación musical hace falta… pero también me gustaría dejar una reflexión:
    ¿Cuánto cuesta ir a una ópera hoy en día? ¿se facilita a la gente de a pie que queremos iniciarnos y no pertenecemos a la clase «glamurosa» de la Preysler y los «ilustrísimos» políticos (me da igual que me da lo mismo de qué partido sean), fuerzas vivas y demás personajes el poder hacerlo? No lo sé…
    Espero que me cuentes cómo es el montaje en vivo y en directo cuando tengas la suerte y oportunidad de verlo. Y gracias como siempre por el post!

    1. Mil gracias por el comentario Miriam. Respecto a tu pregunta sobre la «accesibilidad», el tema da de sí para largo pero intentaré resumir. Los precios de la ópera son «universalmente» altos, en cualquier país. La razón es sencilla: montar una ópera cuesta un dineral. Creo que era Sir Thomas Beecham (aunque hablo de memoria y podría equivocarme) quien decía que la mejor forma de arruinarse era financiar una temporada de ópera. Dicho esto, creo que una mayor intervención pública podría redundar en precios más asequibles. El Centro Nacional de Difusión Musical, que depende del INAEM, ha demostrado que se pueden montar óperas sin escenografía (lo hace todos los años en el Auditorio en el ciclo Universo Barroco) a precios asequibles (entradas más caras a treinta y tantos euros creo recordar). Lo que me parece indignante del Real es que ese mismo esquema se traduce en precios que parten de los 80-90 euros y llegan hasta los 300. Pero claro, esa es la consecuencia de un modelo de gestión que parte de un 75% de dinero privado… Si tenemos ópera privada, pues tendrá que ser cara… o no será. Esa es la cuestión. Por eso desde este blog seguiré poniendo en solfa la gestión que está haciendo Marañón desde el Real, porque en realidad solo contribuye a un concepto elitista de la ópera que solo termina por perjudicarla. Respecto al montaje, cuenta con ello. Aquí tendrán todos los lectores cumplida reseña del mismo.

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