Rafael Ortega Basagoiti

De los nervios

Hace más años de los que quiero recordar escribí este relato de guasa, publicada en su momento en la sección «El disparate musical», de Scherzo, a cuenta de los sufrimientos que más de un gestor / programador pasa con los caprichos de algún divo y los agentes a su servicio. Como estamos necesitados de risas y sonrisas… me permito sacarlo del baúl de los recuerdos, en la esperanza de que sea capaz de hacerles sonreír un rato… Don Filiberto, el empresario-organizador, llegó por la mañana a su despacho, como todos los días. Tenía al alcance de su mano izquierda el paquete de Winston. Cerca de la derecha tenía las pastillitas que el médico le había mandado por si la coronaria. Más cerca aún tenía el instrumento más temible de todos: el teléfono. Riiiing. Mire, don Filiberto, soy Martínez, de la agencia San Antón, no pierdas el son. Verá, es que el maestro Soplamuchov se ha levantado hoy depre; sí, es que como está nublado, pues que hoy no le apetece tocar. Ya, claro, sí, pero, es que ya sabe Vd. que…, sí, naturalmente que presentaremos un certificado médico, sí, por supuesto; no… si es que además le duele la punta del dedo gordo del pie y claro, Vd. comprenderá que en esas condiciones no puede tocar la trompeta. Luego además es que no le gusta esta ciudad. No, y además dice que el afinador del piano tiene el pelo largo. Claro, yo me pongo en su lugar, pero tenga en cuenta que la inmensa categoría del maestro Soplamuchov…. Sí, ya sé que cancela once conciertos de cada diez, pero oiga, el que da es que lo da como nadie. Bueno, pues qué se le va a hacer, pero Ud. siga contando con el maestro, que un año de estos seguro que consigue que toque para Uds. Siempre a su servicio, don Filiberto. Don Filiberto colgó el teléfono, encendió un Winston, se tomó una pastilla para la coronaria y pensó: empezamos bien. En estas estaba cuando Riiiiing. ¿Don Filiberto? Cuánto siento molestarle otra vez. Mire, sí, soy otra vez Martínez, ya sabe, de San Antón, no pierdas el son. Es que el maestro Anacrusoski, que había comprometido un concierto para el ciclo Marachowski que Ud. organiza el próximo año, tras consultar con el Gurú Passsamusssho, de cuya secta es seguidor, como Ud. bien sabe, ha decidido que los hados no le son favorables para dirigir Marachowski el año que viene, así que, si por ventura le viene bien que dirija La Violetera, pues estará encantado de acudir. Tenga en cuenta el elevado interés de poner La Violetera en Madrid, porque es obra que no se pone en los atriles desde que Franco era cabo, por lo menos. Además, hablando de atriles, necesita un atril de madera de firilurcio, porque si no la cosa no funciona, ¿entiende Vd.?, si no es de madera de firilurcio, pues la partitura se empieza a mover y parece que le da el baile de San Vito, y claro, así no hay quien se aclare, y el maestro no sabe si tiene que marcar un tres por cuatro o un seis por ocho. Bueno, pues ya me dirá algo. Encantado y siempre a su servicio, Don Filiberto. Don Filiberto colgó, pidió una tila, encendió otro Winston y tomó su segunda pastilla contra la coronaria. Pero cuando apenas había empezado a hacerse a la idea de lo que se le estaba viniendo encima, Riiiing. Martínez otra vez, don Filiberto, de verdad no sé cómo expresarle… mire, es que me acaba de llegar un fax del famoso pianista Anastasios Teclasnegras. No, sí ya sé que ya estaba todo arreglado, pero es que ahora ha puesto nuevas condiciones. ¿Que cuáles son? Sí, pues verá, quiere una lucecita azúl que luego se vuelva rosa. Hay que incluir en el programa la reducción para ocarina, arpa de boca y piano de las Variaciones sobre el himno del Real Madrid, del maestro Dórico. Además, el piano hay que traerlo especialmente desde la Conchinchina, porque es el instrumento que mejor se conjunta con la ocarina y el arpa de boca. Los gastos, naturalmente, por su cuenta. Ah, por cierto, las páginas se las ha de pasar Perengano, porque es que no hay nadie que pase las páginas como Perengano, oiga Vd., qué arte se da. ¿Que qué va a tocar en el resto del programa? Huy, qué cosas pregunta Vd., don Filiberto, ya sabe que el maestro nunca anuncia lo que va a tocar. Muy bien, pues hasta pronto, don Filiberto. Don Filiberto esbozó una sonrisa medio irónica medio maléfica. De repente, Riiiiing. ¿Oiga?, ¿Don Filiberto? Mire, soy Martínez otra vez. Sólo era para decirle que el concierto que el maestro López va a dar la semana que viene, pues que sin novedad. No, está encantado con la sala, con el piano, con la orquesta, y sugiere incluir una obra más en el programa porque se queda un poco corto. No, no quiere cobrar más. Así que… ¿Oiga? ¿Don Filiberto? ¿Oiga? ¿Qué le pasa?  Pero Don Filiberto ya no podía contestar. La impresión había podido con él.

 

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One thought on “De los nervios

  1. Hola.. cómo me lo he pasado. Afortunadamente no trato con divos, la mayoría de los músicos con los que yo trato son amables, normales e incluso muchos de ellos, muy sencillos. Pero sí, hay mundos como el que retratas.. ¡pobre Don Filiberto!.. muchas gracias por hacernos sonreír en un día «tan oscuro» en todo.

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