Rafael Ortega Basagoiti

El oscuro porvenir de la blanca sin puntillo y con él

No gana uno para sustos, ni para tontos. Ni para sustos generados por tontos. Ayer me dio un susto el de Radio Clásica cuando, teniendo a mano la grabación de Carlos Kleiber del vals Golondrinas de Austria de Josef Strauss, no se le ocurrió mejor cosa que endiñarnos el bodrio producido por André Rieu y su orquesta para turistas. Di gracias a que me afeito con eléctrica, porque estando como estaba en esos menesteres matutinos, si llego a usar cuchilla igual la cosa termina en una herida incisa de pronóstico reservado.  

Hoy me había levantado de buen humor, entre otras cosas porque había finiquitado anoche la lectura del libro de Leon Magiera sobre Karajan (Karajan: Retrato inédito de un mito de la música, editado por Fórcola, que les recomiendo vivamente) y, francamente me lo había pasado bomba, por las cosas muy interesantes que cuenta sobre el maestro y su forma de acercarse a las óperas, pero también por todas las anécdotas que cuenta. La del puñetazo de un irritado Bruson que buscaba la mandíbula de Carlos Kleiber (que le había descartado tras un ensayo) y encontró, tras la ágil esquiva del director, el maxilar inferior de su colega Plácido Domingo, es verdaderamente delirante.

Pero no podía durar mucho el buen humor. Tenía que salir el tontolaba de rigor, naturalmente militante distinguido de la corrección política, colectivo en el que se reúne una cantidad desgraciadamente creciente de repulsivos y pretenciosos aspirantes a Torquemada del siglo XXI que, si nosotros (porque no puede ser de otra manera) no lo remediamos, llevará de vuelta a la humanidad a un estado intelectual y cultural próximo a la prehistoria… dado que la historia ya la están reescribiendo ellos, para mal, naturalmente.

Los habituales de este blog recordarán seguramente lo que escribí, a principios de este mes, sobre la demencial decisión de una escuela de música neoyorquina de eliminar del repertorio a enseñar a sus alumnos dos conocidas piezas de Debussy por considerar que tenían connotaciones racistas inaceptables en el actual panorama (https://www.enfumayor.com/2021/03/05/no-puedo-no-puedo/).

Así que no me complace nada, más bien me irrita profundamente, reseñar que el delirio no sólo continúa, sino que se expande sin freno. El tsunami de la estupidez que llega desde el otro lado del charco amenaza seriamente con triturar cualquier rastro de sensatez que pueda quedar y, lo que es peor, arrasar con la historia como la conocemos para escribir una nueva, manipulada, cateta y mentalmente canija, sometiendo a los cerebros a una reducción de tamaño que con seguridad dejará a los jíbaros como aficionados de tercera.

El Daily Mail publicó ayer una noticia (https://www.dailymail.co.uk/news/article-9410665/University-Oxford-considers-scrapping-sheet-music-colonial.html), recogida después en España por 20 minutos (https://www.20minutos.es/noticia/4636610/0/universidad-oxford-estudia-cambiar-curriculum-musical-estar-demasiado-centrado-musica-europea-blanca/?autoref=true), según la cual los profesores de la Universidad de Oxford, tras recibir quejas del staff en el contexto del movimiento Black Lives Matter, van a revisar el contenido de sus cursos para alejarse del repertorio clásico, que incluye, entre otros muchos, a Beethoven y Mozart, porque el staff universitario alega que el curriculum actual se centra “en música Europea blanca del periodo esclavista”. Como hubiera dicho Julio César en uno de los cuentos de Astérix: Veni, vidi y no creo lo que vidi.

Me temía, mientras iba leyendo la estupefaciente noticia, y a punto del enésimo lexatín (no gana uno para tranquilizantes con tanto idiota suelto), que lo siguiente en caer iba a ser la nomenclatura del lenguaje musical. Porque eso de que hubiera notas “negras” quedaba fatal, y peor aún era que las blancas equivalieran a dos negras. No les digo nada de la blanca con puntillo… tres negras. Intolerable supremacía racial que había que cortar de raíz. Negro futuro el de la blanca con puntillo. Ay, señor, que cosas se me ocurren. Oscuro futuro, tenebroso futuro, debería haber dicho. Y ahora que lo pienso tenemos que llamar al arroz negro de otra manera, que también va a ser racista. Qué cosas tienen sepias y calamares. A la olla todos, por racistas.

Y en efecto, avanzando la noticia, me encontré con que se planea una nomenclatura musical más inclusiva. He estado dando vueltas al asunto. Y tiene mala solución. Podríamos denominar chinas a las redondas, y japonesas a las corcheas, pero ¿cómo resolver el problema de los valores? Quien sustituya a la blanca va a cargar con el mochuelo de que equivalga a dos negras, y eso, va a ser que no. Pero claro, al revés tampoco queda fino, aunque a estos, lo de cómo quede, siempre que se amolde a su criterio de lo correcto, se la refanfinfla. Por otra parte, queda la cuestión, siempre espinosa, del género. ¿Corcheas y corcheos? El lío puede ya ser de consideración, pero puestos a incluir…

¿Y qué decir de la garrapatea? Hay que eliminar el término. Pero ya mismo. Esa utilización de una nota de ínfimo valor asociada a una denominación que se acerca peligrosamente al nombre de esa superfamilia de ácaros llamados ixodoideos que, de toda la vida, se conocen por garrapatas, es un atentado contra tan respetable ectoparásito hematófago, que tiene tanto derecho a chupar la sangre como el más espabilado de los políticos. Faltaría más. Ya está tardando el partido animalista en exigir que se cambie tan despreciativa terminología.

En fin, que, a mis años, me veo aprendiendo un nuevo solfeo, y menos mal que no tengo que ejercer de director, que si no cualquier día digo a la orquesta “alarguen un poco esa negra”… y tenemos un disgusto. Dice el refrán aquello de que, como no quieres caldo, toma dos tazas. Pues la segunda taza viene de la mano del musicólogo norteamericano Philip Ewell, que critica severamente que la “música que responde al canon occidental blanco todavía se considere superior”. Como no me quedan ni antiácidos ni tranquilizantes suficientes, me dispensarán si me limito a ofrecerles el enlace para que digieran el panfleto del estadounidense: https://bibliolore.org/2021/03/25/philip-ewell-erasing-colorasure-in-american-music-theory-and-confronting-demons-from-our-past/ .

Yo me voy a por un poco de ese odioso y repugnante supremacista blanco apellidado Beethoven. Qué le vamos a hacer. Les parezca o no bien a esta panda, era un genio, y personalmente voy a seguir disfrutando de él y de tantos otros por muy blancos y occidentales que sean. Por cierto, lo haré también de Joplin. Lo llevo haciendo años. Seguro que muchos de ustedes también. Lo que no he hecho, ni haré, es ponerme a pensar idioteces sobre qué platillo pesa o domina más. Primero porque es obvio, y segundo, sobre todo, porque se trata de disfrutar de todo sin masturbaciones mentales estériles sobre el porcentaje que ocupa cada uno, me parece. Lidiar con estas tonterías debe ser la penitencia de Semana Santa. Si es por eso debo tener unas cuantas indulgencias. Dredelamorhermoso.

Apéndice – Últimas publicaciones para Scherzo:

Entrevista con Daniil Trifonov – https://scherzo.es/daniil-trifonov-es-hora-de-aceptar-que-no-todos-los-jovenes-van-a-escuchar-musica-clasica/

Crítica del Recital de Trifonov: https://scherzo.es/madrid-bach-por-trifonov-concentrada-e-intemporal-devocion/

Crítica del Concierto Sinfónico 18 de la OCNE: https://scherzo.es/madrid-ocne-mahler-eternamente/

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3 thoughts on “El oscuro porvenir de la blanca sin puntillo y con él

  1. Genial Rafa. Nunca pense que ahora «Color Music» de Michael Torke pudiera interpretarse con idiotas argumentos no-musicales. Un abrazo.

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