Rafael Ortega Basagoiti

Maravilloso Caldara por René Jacobs

Madrid. Auditorio Nacional. Sala sinfónica. 10-IV-2022. Ciclo Universo Barroco del CNDM. Antonio Caldara: Maddalena ai piedi di Cristo, oratorio en dos partes (c. 1698). Giulia Semenzato, soprano (Maddalena). Marianne Beate Kielland, mezzosoprano (Marta). Helena Rasker, contralto (Amor terreno). Alberto Miguélez Rouco, contratenor (Amor celeste). Joshua Ellicott, tenor (Cristo). Johannes Weisser, barítono (Fariseo). Orquesta Barroca de Friburgo. Director: René Jacobs.

Hace ahora 26 años, como oportunamente nos recuerda Pablo J. Vayón en sus excelentes notas al programa de mano, que René Jacobs llevó al disco (en aquel momento con la Orquesta de la Schola Cantorum de Basilea) este oratorio de Caldara dedicado a una figura clave en estos tiempos de pasión: La Magdalena.

El éxito fue entonces muy comprensiblemente extraordinario, porque la música abunda en bellezas y tiene una intensidad dramática envidiable. No es la partitura de Caldara un oratorio de severa y recogida contención, sino abundante en su dibujo de estados anímicos y emociones, de esos affetti tan caros a la estética del barroco musical, y que, en este caso, tienen una intensidad teatral tan grande (la misma Pompe inutili tiene un episodio breve arrebatado que contrasta abruptamente con la mayor parte del aria) que por momentos parecería que lo que escuchamos está más cerca de la ópera que del oratorio.

Hay, claro está, momentos de emocionante tristeza, como las arias de Magdalena Per il mar del pianto mio o ese momento sobrecogedor de Pompe inutili, con violonchelo obligado, uno de los momentos álgidos de una partitura globalmente bellísima. Encontramos también otros momentos inefables, de la propia Magdalena, como Chi con sua cetra o Voglio piangere, y de otros papeles. Citemos la Non sdegna il ciel le lacrime (Marta), la festiva Fin che danzan le grazie (Amor terreno, con un vibrante diálogo entre dos violines), la trepidante Parti, che di virtù il gradito splendor (Fariseo) o la exultante Sù, lieti festeggiate (Amor celeste).

Cuando una música de esa intensidad es servida con excelencia, el éxito está garantizado. El primer artífice de esa excelencia era el propio Jacobs, que resucitó en su momento la obra del olvido. El belga, cuya carrera como director ha superado con creces la de contratenor, es un músico excepcional, cuyo trabajo, rico en matices, contrastes y con perfecta reproducción de esa variedad de affetti, llega con inmediatez e intensidad al oyente. No es, desde luego, director que entre por la vista. El gesto es monocorde a más no poder, pero da igual. Consigue a la perfección lo que tiene en la cabeza, y lo que tiene en la cabeza es, en este caso, una interpretación sensacional.

Claro está que, para materializarla, se necesitan músicos y cantantes de primera. Y ayer, los había de primerísima. La Orquesta Barroca de Friburgo es, uno de los mejores, si no el mejor, conjunto instrumental historicista de la actualidad. Ayer se presentó, liderado por la formidable concertino Petra Müllejans, con 4 violines primeros, 4 segundos, 4 violas, 2 violonchelos, contrabajo, violone, viola da gamba, arpa, laúd y guitarra, dos órganos positivos y clavecín italiano. Jacobs, siempre puntilloso en estos aspectos (recordemos que su grabación de la Pasión según san Mateo se llevó a cabo colocando los coros como lo hiciera Bach en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig), tuvo sumo cuidado en la ubicación de los instrumentistas. En el estrado más alto, justo delante de donde habitualmente se sitúa el coro, se colocaron violines (a la izquierda desde el espectador de anfiteatro y patio de butacas), en el centro uno de los órganos positivos y el tenor, y a la derecha contrabajo, violone y uno de los violonchelos, más las cuatro violas.

En el escalón inmediatamente inferior se ubicaron los restantes solistas vocales, situándose en el extremo izquierdo el otro órgano positivo y el clave, y en el derecho, el fagot. Por último, en el escenario propiamente dicho, justo delante de Jacobs (que dirigió sentado en una silla) se situaron, de izquierda a derecha, la tiorba (y la guitarra, ambas tañidas por Michael Freimuth), el violonchelo restante (que hizo la parte obligada en el aria mencionada de Magdalena), la viola da gamba y el arpa.

La prestación de todos difícilmente puede considerarse mejor. La orquesta, magnífica de sonido, empaste y matiz. Larisch brilló en el gran solo de chelo mencionado, y Müllejans y Täubl lo hicieron en el diálogo descrito de los violines. La labor del grupo de continuo fue una verdadera maravilla, desde el arpa de Galassi a la tiorba y guitarra de Freimuth. Lo mismo es aplicable al elenco vocal. Lo de Semenzato en el papel principal del oratorio fue una lección magistral de canto de principio a fin. Una voz preciosa manejada con excelencia. Emocionante cada una de sus intervenciones. La noruega Kielland es una voz de primerísima, y canta de forma maravillosa, hasta el punto de que uno acaba lamentando que su papel de Marta sea relativamente corto. Pero lo que nos ofreció ayer fue algo realmente extraordinario. Con buena presencia general la contralto Rasker, hay que considerar notable su aportación, aunque quizá, con alguna irregularidad de emisión, no al nivel de las dos citadas.

Estupendo el contratenor gallego Miguélez, voz con presencia y agilidad, capaz de matices exquisitos y hasta de multitarea, como demostró con su estupendo desempeño con las castañuelas en su propia aria Sù, lieti festeggiate antes descrita. Ellicott ofreció un Cristo intenso, aprovechando su importante volumen y bien timbrada voz. Y Weisser, en fin, compuso un imponente fariseo, rotundo en el registro más grave.

Con la sabia dirección de Jacobs, y con este conjunto que era realmente difícil de mejorar, la música de Caldara tenía que encontrar el éxito. Y lo hizo. El público recibió con sonoras ovaciones la maravilla que acababa de escuchar.

Para quienes no conozcan este hermoso oratorio de Caldara, les invito a que escuchen aquí aquella inolvidable grabación de René Jacobs. El elenco es el siguiente: Maddalena: Maria Cristina Kiehr, soprano; Marta: Rosa Dominguez, soprano; Amor Terreno: Bernarda Fink, alto; Amor Celeste: Andreas Scholl, countertenor; Cristo: Gerd Türk, tenor; Fariseo: Ulrich Meßthaler, bajo. Orquesta de La Schola Cantorum Basiliensis. Director: René Jacobs. Grabación de Harmonia Mundi, 1996: https://youtu.be/x5G2SmrQFkI

Aprovecho para dejarles aquí mis últimos artículos y reseñas publicadas en Scherzo:

Concierto sinfónico 17 de la OCNE: https://scherzo.es/madrid-bach-por-la-nacional-con-ucrania-en-el-fondo/

Recital de Diana Damrau y Jonas Kaufmann: https://scherzo.es/madrid-damrau-kaufmann-y-deutsch-el-amor-cantado-por-schumann-y-brahms/

Recital de Martha Argerich y Nelson Goerner: https://scherzo.es/madrid-argerich-goerner-contagiosa-energia-vital/

Concierto de la SWR de Hamburgo con Teodor Currentzis: https://scherzo.es/madrid-incandescente-concierto-de-tamestit-y-currentzis/

Relato humorístico sobre los móviles y toses en los conciertos: https://scherzo.es/el-movil-contundente-de-don-clodomiro/

 

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2 thoughts on “Maravilloso Caldara por René Jacobs

  1. Da gusto poder leer todas las críticas que has reseñado, pero Don Clodomiro tiene que estar muy orgulloso contigo por el panegírico tan agudo, inteligente y gracioso que le has dedicado. Amén del enlace que has puesto para poder oir la Maddalena de René Jacobs.
    Un saludo afectuoso.
    Antonio

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