Rafael Ortega Basagoiti

Sinónimo de lucro, con ánimos dañinos

Hace mucho que no hablamos en este blog del señor Sinónimo, distinguido presidente de la fundación excrementia, ay perdón, Excelentia, que es, ya saben, una fundación sinónimo, vaya por Dios, sin ánimo, qué día llevo, de lucro, hacedor de orquestas de guapas señoritas, fabricante de bolos a precio de oro y prototipo de la falta de escrúpulos y la faz pétrea, antes cara dura. El señor Sinónimo montó, el 21 de abril, en su selecto Club Monteverdi de la Calle Almagro, un concierto con el conocido violonchelista francés Gautier Capuçon, que metió de rondón a un joven pianista, también francés, ganador del concurso que la fundación de Capuçon organiza. El concierto se celebró a las 14:00 y las entradas eran caritas, del orden de 70-80€.

Curiosamente, supongo que sin conocimiento por parte del CNDM de lo que acababa de ocurrir, el mismo violonchelista, a las 19:30 del mismo día, ofreció el mismo concierto, con el mismo programa (y las entradas sensiblemente más baratas) en la sala de Cámara del Auditorio Nacional. En más de medio siglo de asistir a conciertos no recuerdo haber presenciado un despropósito como este. Y lo mismo debió pensar, entre complacido y sorprendido, el señor Sinónimo. Ahora vuelvo a ello porque, aunque parezca que no tiene relación con lo que voy a contar, la tiene.

Hace 5 años, el organista titular de la Parroquia de Santa María de la Antigua en Vicálvaro, Jesús Ruiz, emprendió con encomiable ilusión el empeño de organizar, con pocos fondos y mucho entusiasmo, un festival de órgano a celebrar en dicha parroquia, tarea que, soy testigo, ha desempeñado con particular éxito todo este tiempo. Pero hete aquí que el señor Sinónimo, que ha expandido sus redes con una capacidad inagotable de infiltración, decidió que el festival era una golosina y que había que proceder a su ingestión, eso que en términos científicos se conoce como fagocitosis.

Y, en efecto, el señor Sinónimo, en un decir Jesús, me perdonará mi buen amigo el juego de palabras, fagocitó el Festival y le atizó, con sus formas habituales, una buena patada en el antifonario a quien lo organizaba hasta entonces. No contento con ello, también ha logrado que Jesús deje de ser el organista de la parroquia, más que nada por si pudiera estorbar en el futuro. El festival de este año estaba ya montado, culminando en el excelente concierto de Ton Koopman el pasado día 1, así que el señor Sinónimo apenas se ha tenido que ocupar de recoger los frutos que otros, Jesús en este caso, habían sembrado desde meses atrás. El concierto de Ton Koopman tenía, además, una bendita secuela: estaba previsto que impartiera unas clases magistrales al día siguiente, el día 2. Pero…

… Pero no podía quedar ahí la cosa, faltaría más. No contento con su fagocitosis y con la patada a Jesús, quizá recordó lo que había hecho con Capuçon y decidió que él, el nunca bien ponderado señor Sinónimo, que también ha asentado sus posaderas en la junta de protectores del Teatro Real, presumía de no tener ánimo de lucro (algo que naturalmente no se cree ni el más ingenuo), pero no había presumido nunca de no perjudicar a terceros gratuitamente. Así que, en el caso de Ton Koopman, cuya contratación no había gestionado él, decidió lucir esa no conocida virtud: obligó al organista holandés a firmar una cláusula de exclusividad a la que, una vez firmada, se agarró para imponer la cancelación de dichas clases magistrales.

Se preguntarán ustedes: ¿y a quién beneficia eso? La respuesta es: a nadie. Pero este es el personaje. Sinónimo de lucro y con ánimo, y mucho, de fastidiar (con jota, naturalmente), al personal. Deleznable personaje y execrable lo que hace, con la vergonzante complicidad del silencio de todos los medios que callan, porque además, muchos de ellos, se nutren de su publicidad. Esperemos que Jesús pueda proseguir su encomiable labor en otro lugar, y que el señor Sinónimo dirija sus infiltradoras ambiciones en otra dirección. Pero es realmente triste que este tipo de cosas pasen. Casi tan triste como que nadie diga nada.

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3 thoughts on “Sinónimo de lucro, con ánimos dañinos

  1. Estoy emocionada de lo bien que explicas lo que significa el amigo «sinónimo» de la Excrecencia. ¿Hasta cuándo podrá seguir impunemente campando a sus anchas?.

    Está claro que el dinero lo compra todo o casi todo.

    Y, salvo en tu caso, nadie dice nada, todos sabemos lo que hace y lo que ha hecho y nadie se moja. Así es que, muchísimas gracias por contar las miserias de alguien que presume de su labor «altruista». Y, siento muchísimo la faena con Ton Koopman y sus clases magistrales, que habrían sido absolutamente geniales, como él mismo.

  2. Increíble que puedan pasar estas cosas. Qué lástima. ¿Y cómo se financia «su excrementia»? ¿Es solo de la fagocitosis? ¿De vender los conciertos que amaña y usurpa? Igual hasta tiene subvenciones, por fundación.

    1. La financiación de esta «fundación sin ánimo de lucro», como su propia composición, patronato, estatutos y demás, es un misterio mayor que el de la santísima trinidad trufado con el triángulo de las Bermudas. Pero es obvio que tiene dinero, y mucho, porque nadie tiene tanta publicidad como él en medios como COPE o Telemadrid (aparte de otros muchos). No creo que esté subvencionado pero sí que tiene conexiones con muy altas esferas de poder en España.

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