Rafael Ortega Basagoiti

«ALEXANDER’S FEAST» DE HANDEL Y «LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO» DE BACH, EN MADRID

Madrid. Auditorio Nacional. Sala Sinfónica. Ciclo Universo Barroco del CNDM. 26-III-2023. The King´s Consort & Choir. Joshua Ellicott, tenor. Sophie Bevan, soprano. Peter Harvey, bajo. Director: Robert King. Handel: Alexander´s Feast HWV 75.

Madrid. Auditorio Nacional. Sala Sinfónica. Vox Luminis. Orquesta Barroca de Friburgo. J.S. Bach: La Pasión según san Mateo BWV 244.

El trio handeliano que nos ha ofrecido el CNDM este año se completaba, tras la Alcina dirigida por Minkowski y el Solomon comandado por Bickett, con una obra comparativamente menor en dimensión y diferente en el carácter, lo que no es óbice para apreciar muchas y grandes bellezas: Alexander’s Feast, oda compuesta a todo meter (algo muy habitual en Handel, el más rápido a este lado de Río Grande) por el sajón en el primer tramo de 1736 y estrenada en febrero de ese mismo año.

Oda que en realidad está escrita para celebrar el día de Santa Cecilia (aunque no tiene el brillante colorido de la partitura handeliana que tiene a la Santa en el título) y que discurre con un libreto de Newburgh Hamilton basado en el de John Dryden para dicha festividad.

El libreto, más allá de cantar los distintos estados de ánimo de Alejandro Magno (encarnado por el tenor) en su celebración tras derrotar a Darío, junto a su amante Thais y el poeta Timoteo (bajo), no tiene hilo ni discurso dramático. La música, en consonancia, tampoco. Es un conjunto de piezas, preciosas sin duda, porque el talento de Handel era excepcional, pero sin la intensidad dramática ni riqueza de contrastes que encontramos en muchos de los grandes oratorios y óperas. En el caso de éstas, además, con la escritura del compositor elevándose muy por encima de las imposibles tramas construidas por los libretos.

Quien esto escribe encuentra, por tanto, artificial buscar en Alexander´s Feast el voltaje que impregna otras obras del sajón. Es un canto a la belleza, elegante, refinado, que apela más a matices sutiles que a nerviosa vibración o aristas que, en esta ocasión, Handel evita. Así lo entendió, creo Robert King, que superada la negra etapa que creo está en la mente de muchos y que le puso, a él y a su grupo, en un bache muy evidente durante algunos años, volvió el domingo a Madrid y lució exactamente esas características: elegancia, refinado matiz y buen hacer musical.

Como quiera que la partitura no es especialmente extensa, Handel introdujo en ella hasta tres piezas concertantes: el concierto para arpa (versión que escuchamos el domingo) u órgano op. 4 nº 6 HWV 294, el concierto para órgano HWV 289 y el concerto grosso HWV 318, conocido justamente como Alexander´s Feast. De estos tres, King incluyó solo el primero de ellos, en la versión para arpa, interpretado con exquisito gusto por la solista del King´s Consort Aileen Henry. El fundador del King´s Consort se presentó con un coro de 18 (3/3/4/4/4) voces y una orquesta de 25 músicos con una cuerda de 5/4/2/2/1, parejas de oboes, flautas (en realidad estas a cargo del oboe Mark Baigent y de la violinista Rebeca Miles), fagots y trompas, más trompeta, timbales, arpa, clave y órgano positivo.

Digamos inmediatamente que coro y orquesta se mostraron impecables toda la tarde, con sonoridad hermosa, no especialmente potente, pero siempre perfectamente empastada, ágil y de impecable afinación y articulación. Extraordinario nivel de los trompas (Anneke Scott y Joseph Walters), que salvaron con sobresaliente sus dos comprometidas intervenciones, con apenas un roce puntual en la primera de ellas, esa música preciosa y sonriente de Bacchus, ever fair and young. Excelente también el veterano trompeta Neil Brough, solista de los English Baroque Soloists y de la Chamber Orchestra of Europe. Alguien ha comentado que apenas se le escuchó. Yo lo hice perfectamente, y de paso le agradezco que no transformara, como algún otro, sus intervenciones en un concierto para trompeta. En cambio, creo que habrá general consenso en que el timbalero se pasó de frenada y atronó con exceso de volumen su por lo demás excelente ejecución.

Entre los solistas, mención especial para el tenor Ellicott, de voz poderosa, con presencia, excelente agilidad y preciosa línea de canto, todo ello muy evidente ya desde su primera intervención en el aria con coro Happy, happy pair. A quien esto firma le gustó el canto y la expresión de la soprano Sophie Bevan, una voz de volumen importante (para más de un historicista, posiblemente excesivo, especialmente porque tenía un vibrato no corto), pero capaz de exquisitos matices, como en la preciosa Softly sweet, in Lydian measures, que contó con un estupendo acompañamiento del chelo solista Robin Michael. A Bevan solo cabe apuntarle como pequeño pero alguna mínima tirantez en algún agudo (en concreto el si al que Handel la lleva en Thais led the way). Harvey, por su parte, lució exquisito gusto y bonita, pero ya un tanto apagada, voz. Quien tuvo retuvo, claro está, y pese al volumen recortado, cantó con bella expresión su Revenge, revenge, Timotheus cries.

King, ya se apuntó al principio, gobernó la nave con cuidada atención a los finos matices, presentando los coros con la expresión apropiada y con absoluta claridad contrapuntística. Cuidó el balance (exquisito el acompañamiento del concierto para arpa, cuidando de que la limitada sonoridad del instrumento solista no quedara apagada) y dibujó la grandeza y solemnidad de la obra (por ejemplo, en el coro final) con la brillantez justa.

Un par de días después hemos podido escuchar lo que para el firmante es la obra de música sacra por excelencia. De hecho estoy hasta por quitar el sacra y dejarlo en “la obra de música por excelencia”: La Pasión según san Mateo de J.S. Bach, partitura colosal de dimensión y obra maestra de construcción, arquitectura, simbolismo y contrapunto. Pero, sobre todas las cosas, música escrita (por mucho que a algún musicólogo le moleste, que a juzgar por su pertinaz insistencia, diríase que le molesta) desde la más profunda y sentida devoción, para llevarnos a la más profunda y sentida emoción.

Los responsables de interpretar esta maravilla única eran, en esta ocasión, el conjunto vocal belga Vox Luminis y la Orquesta Barroca de Friburgo, junto al coro de Pequeños Cantores de la JORCAM, demandados como soprano in ripieno (a cargo del cantus firmus, eso que, en lenguaje llano podríamos llamar “el himno”) en los corales primero y último de la primera parte. A priori, no podía ser mejor el menú: el que pasa por ser el conjunto vocal más prestigioso del planeta en el repertorio barroco junto a la orquesta historicista de mayor prestigio y nivel, con el que muy probablemente es el mejor coro de voces blancas de España.

Había, sin embargo, algunos ingredientes atípicos. El primero: no había director. Podrá decirse: en tiempos de Bach, tampoco. Algo que, según testimonios, no es del todo cierto. Aunque en aquel momento la dirección no era la que conocemos en tiempos modernos, haberla, la había. En esta ocasión se optó por un planteamiento muy “democrático” pero que dejaba la duda sobre en qué medida cristalizaría en un resultado aceptable: el barítono Lionel Meunier, director artístico de Vox Luminis, se responsabilizaría de la dirección de los dos coros (la partitura, como es sabido, contempla dos coros y dos orquestas en distribución enfrentada), y los concertinos de la orquesta barroca de Friburgo, Petra Mullejans y Péter Barczi, aunque ninguno de los músicos estaba identificado en el menos que escueto programa de mano, figuraban al frente de las orquestas I y II. Pero, para entendernos, no había un director al frente del “todo”.

La plantilla presentada, gracias a Dios, fue bien suficiente, alejada de esqueléticos contingentes por completo inapropiados para una sala de 2000 personas y, por lo demás, de más que dudosa pretensión de autenticidad en cualquier caso. Cada orquesta tenía 16 músicos, con cuerda de 3/3/2/2/1, 2 flautas (una doblando flauta dulce), dos oboes (doblando oboes d’amore y oboes da caccia), fagot y órgano positivo, más viola da gamba (la impagable Hille Perl) en la orquesta II para las dos arias (tenor y bajo) en que interviene como solista en la segunda parte. Curioso el detalle de que las maderas se situaran en primera fila, por delante de los violines, especialmente teniendo en cuenta que los dos concertinos, con sus respectivos deberes conductores, quedaban detrás. Vox Luminis, por su parte, se presentó con dos coros de 12 voces (situados justo tras las orquestas respectivas y, como ellas, enfrentados de manera antifonal), y los Pequeños Cantores de la JORCAM con una plantilla en la que me pareció contar 26 voces (digo me pareció porque, de nuevo, el programa hurtó todo detalle al respecto; tampoco figuraba el nombre de su directora, Ana González).

¿Y el resultado? Pues, como siempre, para gustos los colores. Para quien esto firma, el balance general fue muy notable, pero si he de poner esta interpretación entre las varias decenas que he vivido en vivo, aunque la situaría bastante arriba, no será la que más recuerde. Por partes. En el lado positivo, además de que la plantilla, a Dios gracias, nos evitó visiones artificialmente esqueléticas, hay que anotar la magnífica calidad de coro y orquesta. Pese a la ausencia de “director” físico, y al hecho de que, aunque Meunier parecía dirigir los coros, su gesto era tan mínimo, casi imperceptible, que probablemente no era ni visible para buena parte de los coristas, y descansaba evidentemente en el trabajo previo, lo cierto es que el encaje de coro y orquesta fue prácticamente perfecto, incluidos los coros fugados de la turba en la segunda parte, llevados, además, a un tempo de considerable rapidez. Ya que se habla de tempi, otra de las virtudes de esta versión fue el presentar tempi razonablemente equilibrados, sin velocidades desquiciadas ni decaimientos excesivos.

Los solistas instrumentales se movieron a extraordinario nivel: flautas, oboes, los dos concertinos, la viola da gamba. Todos. Los dos grupos de continuo también brillaron a magnífico nivel. Lo mismo se puede decir de Vox Luminis, que lució una cohesión y una belleza de canto extraordinarios. Escuchando los solos de algunos de ellos, no puede uno extrañarse de que el coro sea tan estupendo.

El apartado de solistas vocales, miembros todos del conjunto belga, presentó un notable nivel medio, con algunos cantantes claramente destacados. Se encargó del Evangelista el tenor Raphael Höhn, de voz bonita, bien timbrada, ligera, muy bien manejada y expresiva, pero, para quien esto firma, corto de presencia y volumen como para ofrecer la necesaria variedad de registros a la compleja demanda que Bach plantea para la narración del evangelista. Cantó muy bien, qué duda, cabe, y consiguió momentos de gran emotividad, como la muerte de Jesús. Pero en otros (la amargura tras las negaciones de Pedro, la violencia de las turbas, el terror del terremoto) quedaron francamente cortos de intensidad.

Algo parecido puede aplicarse a Sebastian Myrus, un Jesús de voz grata e impecable canto (también en algunas arias y hasta en coros, algo que el firmante no recuerda haber visto con anterioridad), pero de nuevo presencia limitada. No es una voz que, si se me permite la expresión, impone. Soberbio, en cambio, el contratenor Alexander Chance (hijo del también estupendo cantante de la misma cuerda, Michael Chance), deslumbrante de principio a fin. Buen nivel general de las sopranos, aunque Zsuzsi Töth, encargada de esa aria bellísima pero temible, Aus liebe, empezó con entonación dubitativa en el recitativo anterior. Matizó de manera exquisita y muy emocionante después, pero desplegó un vibrato que, aunque de corto recorrido, tenía un carácter eléctrico, casi temblón, no muy grato. Mención aparte para la extraordinaria intervención de Daniela Lieb al traverso en la mencionada Aus Liebe.

En cuanto a la concepción global, el firmante echó de menos una mayor riqueza de matices e inflexiones. Ahí, más que en “cuadrar” (algo que sí se logró) la ejecución, es donde se echó de menos la presencia de un director que dibujara una narración de más variada intensidad, como las que nos han ofrecido en el pasado Herreweghe (muy especialmente), Harnoncourt o Gardiner. ¿Hubo emoción? Por supuesto. Esta música lleva la emoción consigo y, a nada que se haga bien y con la debida devoción (y la interpretación que se comenta se hizo muy bien, sin duda), no es posible no emocionarse. Es música que te transporta. Incluso al no creyente. Cabe asumir, en este sentido, lo declarado por Meunier días antes: “soy creyente cuando canto a Bach”.  Dicho esto, si uno se pregunta si es la más emocionante que ha tenido ocasión de escuchar, la respuesta es: no. Por muy cool que parezca esta noticiable idea de prescindir del director, creo que la complejidad de la obra es tal que esa idea no parece la más aconsejable. Y se puede conseguir una traducción más intensa del mucho dolor que hay en la obra perfilando con más diferencia los contrastes.

 

PRINCIPALES COLABORACIONES RECIENTES EN SCHERZO:

EN ABIERTO:

https://scherzo.es/madrid-alto-voltaje-con-altinoglu-kozhukhin-y-la-sinfonica-de-la-radio-de-frankfurt/

https://scherzo.es/madrid-bach-y-haendel-muy-britanicos/

https://scherzo.es/madrid-feliz-dia-europeo-de-la-musica-antigua-con-la-orquesta-barroca-de-sevilla/

https://scherzo.es/madrid-gran-y-merecido-exito-de-fischer-y-piemontesi/

https://scherzo.es/madrid-anderszewski-siempre-grande/

DISCOS:

https://scherzo.es/el-schumann-lirico-de-barenboim/

https://scherzo.es/igor-levit-tristan-de-henze/

https://scherzo.es/la-vitalidad-de-blomstedt/

https://scherzo.es/solida-construccion-de-los-edificios-brucknerianos/

https://scherzo.es/mutter-ferrandez-y-stradivarius/

https://scherzo.es/el-mozart-vitalista-y-fresco-del-chiaroscuro-quartet/

CONTENIDO PREMIUM:

OPINIÓN: https://scherzo.es/se-empieza-confundiendo/

DISCOS:

https://scherzo.es/el-vibrante-schubert-de-jordi-savall/

https://scherzo.es/andsnes-nos-descubre-a-dvorak/

https://scherzo.es/thielemann-y-viena-siguen-con-bruckner/

https://scherzo.es/thielemann-y-los-wiener-arranca-el-ciclo-bruckner-en-dvd/

 

Compartir

One thought on “«ALEXANDER’S FEAST» DE HANDEL Y «LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO» DE BACH, EN MADRID

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.