Rafael Ortega Basagoiti

Nuevas temporadas: Lo que nos espera el año que viene…

Se han presentado en estos días las temporadas de la Orquesta Nacional, Ibermúsica, La Filarmónica y Teatro Real, entre otras. Viene bien hacer un breve repaso de todas ellas.

Orquesta y Coro Nacionales de España

Un total de 112 conciertos (sinfónicos, de cámara y corales) componen la densa temporada de los conjuntos nacionales que dirige David Afkham al que, a Dios gracias, se renovó tras ciertos meses de desgraciada turbulencia. Nos ocuparemos solamente de los 22 que componen el ciclo sinfónico, construido, como viene siendo habitual, sobre tres hilos temáticos: Música poética, que aborda la relación entre la música y la palabra, Soli Deo Gloria, que se ocupa de recordar lo que la música ha supuesto como soporte y medio de expresión de la fe cristiana, y Sinfonismo crepuscular, que se enfoca en un conjunto de obras escritas antes y después de la primera guerra mundial.

Para el que suscribe, algunos conciertos marcan hitos destacados de la temporada: sinfónico 4, con el tercer acto de Parsifal, de Wagner, dirigido por Afkham, con Bryan Register (Parsifal), Franz-Josef Selig (Gurnemanz) y Tomasz Konieczny (Amfortas), sinfónico 6, con el Primer Concierto de Brahms (Javier Perianes) y la Cuarta de Schmidt (Afkham en el podio), sinfónico 9, con Mitsuko Uchida como solista en el Segundo concierto de Beethoven, y la Sinfonía lírica de Zemlinsky (Afkham de nuevo a los mandos), sinfónico 10, con la colosal Octava de Bruckner, también a cargo del maestro alemán, sinfónico 11, con Giovanni Antonini  dirigiendo un programa clásico (Don Juan de Gluck, Concierto para chelo G 482 de Boccherini y Sinfonía Júpiter de Mozart; Julia Hagen será la violonchelista), sinfónico 14, en el que vuelve Masaaki Suzuki con otro oratorio mendelssohniano (en su anterior visita dirigió Elías): Paulus, sinfónico 18, en el que Kent Nagano dirige nada menos que La Creación de Haydn, y sinfónico 22, el que cierra la temporada, en el que Afkham afronta un Everest sinfónico-coral, la Missa Solemnis de Beethoven, prueba de fuego para todos, y especialmente para el coro.

No quiere lo anterior decir que el resto no tenga interés, claro está. Se escucharán obras poco frecuentadas de indudable interés, como los Cantos y Danzas de la Muerte de Mussorgski (Brindley Sherratt, dirección de Juanjo Mena, con estreno de Inés Badalo y la Cuarta de Chaikovski), el Concierto para violín de Nielsen (Johan Dalene, dirección de Jaime Martín, con el Preludio del acto III de Follet de Granados y la Segunda de Brahms), la Sinfonía Marina de Vaughan Williams (junto al Concierto para chelo de Elgar, con Sheku Kanneh-Mason como solista y García Calvo en el podio), o el Concierto para viola de Walton (Sara Ferrández, solista, junto a obras de Takemitsu y César Franck; Kazuki Yamada, en el podio), además de la visita de Peter Eötvös, que dirigirá dos de sus obras, Sirens’ song y Concierto para violín, con Isabelle Faust como solista, junto a obras de Debussy.

Destacable también la presencia de solistas de la casa: el concertino Miguel Colom, junto a los otros componentes del Trío VibrArt (Fernando Arias, chelo y Juan Pérez Floristán, piano) se harán cargo del Concertino para trío con piano y orquesta de cuerda del checo Martinú, en un programa en el que Kristiina Poska dirigirá también la Octava de Beethoven y Lament de Mirjam Tally. Interesante y un tanto atípico el programa que Afkham dirigirá en el sinfónico 13: Symphonia armonie celestium de Hildegard von Bingen/Jesús Torres, Transfiguración, del propio Jesús Torres (Ángel Luis Quintana al chelo, Iñaki Alberdi al acordeón), Rapsodia para contralto de Brahms (Okka von der Damerau) y Francesca da Rimini de Chaikovski. Jaime Martín, principal director invitado de la formación, se encarga de la Quinta de Mahler (junto al estreno de Azúl, de Teresa Catalán), además del programa citado anteriormente. El director honorario, Josep Pons, dirige un programa variado con obras de Wagner (Preludio y Muerte de Tristán), Mozart (Concierto nº 23 para piano, con Nelson Goerner), Scriabin (Poema del éxtasis) y el estreno de El silencio después, de Colomer. Anja Bihlmaier, por su parte, se encargará de la Séptima de Bruckner y de 7 Canciones de Alma Mahler.

Ibermúsica

El ciclo que comanda Llorenç Caballero recupera, gracias a Dios, los 24 conciertos habituales de su ciclo, que mantiene los parámetros conocidos por su público fiel. Destacables especialmente los dos conciertos de la Filarmónica Checa con Semyon Bychkov, un todo Dvorák que no conviene perderse (Sinfonías 8 y 9, Conciertos para chelo -Pablo Ferrández- y violín -Augustin Hadelich, además de oberturas En el reino de la naturaleza y Carnaval), los de la Sinfónica de Londres con Pappano (Bartók, Beethoven, Liszt y R. Strauss, más sendas obras de Kendall y Say; Kopatchinskaja y Alice Sara Ott como solistas), la doble visita de la Dresdner Philharmonie con Pablo González al frente (que este hombre haya salido de la RTVE… en fin, mejor me muerdo la lengua), con dos interesantísimos programas (Concierto 25, de Mozart, Adagio de la Décima Sinfonía, de Mahler y Muerte y Transfiguración, de Strauss, en el primero, y Concierto nº 3, de Beethoven y Una vida de Héroe, de Strauss, en el segundo; en ambos, el excelente Francesco Piemontesi como solista), y los dos de la Filarmónica de Munich, un todo Brahms (los dos Conciertos para piano y las Sinfonías 2 y 4) que contará con Yefim Bronfman como solista y (hay que cruzar dedos) Zubin Mehta en el podio.

Interesantísimo igualmente el concierto de la Academy of St Martin in the Fields con Julia Fischer, solista de las dos Romanzas de Beethoven y liderando la Quinta de Schubert y la bellísima Noche transfigurada de Schönberg. Los amantes del historicismo más allá del periodo clásico tienen una cita de interés con Thomas Hengelbrock y su Balthasar Neumann Chor & Ensemble (Requiem alemán de Brahms) y quienes prefieran limitarlo al periodo pre-romántico no dejarán escapar la visita de Jordi Savall con su Concert des Nations para dar cuenta del otro gran oratorio de Haydn: Las estaciones. La Sinfónica Nacional de Washington, sin ser una de las más grandes orquestas de Estados Unidos, es una formación excelente y trae, en sus dos visitas, menús de mucho interés, empezando por los solistas, Hilary Hahn (Concierto de Korngold) y Seong-Jin Cho (Cuarto de Beethoven), y terminando por el resto del programa (Simon, Berg y sobre todo, Quinta de Shostakovich y La Grande de Schubert; Noseda estará en el podio).

También muy atractiva la nueva visita de la Orquesta del Festival de Budapest (Ivan Fischer al frente), con otro monográfico Brahms: dos Danzas húngaras, Doble concierto (Veronika Eberle y Steven Isserlis como solistas) y Cuarta sinfonía (que se repite, porque ya la habrá ofrecido para entonces la Filarmónica de Munich). El turno de dobles visitas se cierra con la Sinfónica de Dallas (Fabio Luisi al frente, James Ehnes y Thomas Hampson como solistas), y hay que anotar también los conciertos de la Philharmonia con Gardiner (Beethoven, Schumann y Dvorák), la Bayerisches Staatsorchester con Jurowski (con Frank Peter Zimmermann ofreciendo el poco escuchado Concierto gregoriano de Respighi) y el conjunto Les Siècles, que con el inquieto François-Xavier Roth ofrecen un programa bien tradicional: Concierto para violín de Beethoven, con Chouchane Siranossian, y Sinfonía Júpiter de Mozart. En el apartado recitales, destacar la presencia de Evgeny Kissin, pero esta vez acompañando a Matthias Goerne (Schumann, Brahms), y a Hélène Grimaud (Beethoven, Brahms y Bach/Busoni). El ciclo incluye un concierto extraordinario de la orquesta ADDA Simfònica, con su titular, Josep Vicent, y el Orfeón Donostiarra, con la Novena de Beethoven como obra central del programa.

La Filarmónica

Siete conciertos componen la temporada de este ciclo, pero hay algunos que merecen mención destacada: la visita de la Sinfónica SWR de Stuttgart con Andrés Orozco-Estrada, a cargo de la Pastoral de Beethoven y la Consagración de la Primavera de Stravinski… qué quieren que les diga, yo no la dejaría pasar. Y teniendo en cuenta los dos conciertos sensacionales que nos acaba de ofrecer, diría otro tanto de la nueva visita de Currentzis con su Musica Aeterna, nada menos que con el Requiem de Mozart. Y aunque la Sinfónica de Düsseldorf no es de las más punteras orquestas de Alemania, Adam Fischer es un estupendo director y bien reputado mahleriano, así que su Quinta de Mahler tiene sin duda interés. Confieso no tener demasiada información sobre el director Cristian Macelaru, pero el concierto que dirige a la Nacional de Francia, aunque solo sea por escuchar el Segundo Concierto de Chopin por Alexandre Kantorow, ya nos llama.

Teatro Real

La temporada 22-23 del Real ha sido francamente buena en líneas generales, y con algunos momentos de muy alto nivel, desde la Arabella de Strauss al excepcional Tristán de Bychkov, que nos recordó, porque ya se nos había olvidado, que un Wagner extraordinario es posible con las huestes del Real, si al frente hay alguien que sabe conseguirlo. Cuando se escriben estas líneas, queda aún por ver Il Turco in Italia de Rossini y Turandot de Puccini, pero el balance ha sido hasta ahora muy positivo.

Temo tener que expresar, sin embargo, cierto desconcierto ante lo que nos viene el año próximo. Diez títulos se ofrecen escenificados, y casi otro tanto (proporción que se me antoja desmedida) se presentan en versión de concierto (7) o semiescenificada (2). Para tratarse de un teatro de ópera, la proporción de títulos en versión concertada parece excesiva. Por añadidura, en siete de esos títulos solo se ofrece una función, lo que dificulta la asistencia. Y para más inri, al menos para el que firma, es en ellos donde reside buena parte del interés. Los títulos escenificados son: Medea de Cherubini (dirección musical de Bolton y escénica de Paco Azorín), Orlando de Handel (Bolton / Guth), Rigoletto de Verdi (Luisotti / Miguel del Arco, con buenos repartos vocales, en los que vemos a Camarena, Anduaga, Tezier, Fuchs…), Lear de Reinmann (Fisch / Calixto Bieito), Pierrot Lunaire de Schönberg (Xavier Sábata, solistas del Teatro Real, funciones en el Teatro de la Abadía), La Pasajera de Weinberg (la talentosa Mirga Gražinytè-Tyla / Escena de David Pountney), La voz humana de Poulenc / Erwartung de Schönberg (Ermonela Jaho / Malin Byström, dirección de Jérémie Rhorer y escena de Christof Loy), Los Maestros Cantores de Wagner (Heras Casado / Laurent Pelly), La liberazione di Ruggiero dall’isola d’Alcina de Caccini, con dirección musical de Zapico (Forma Antiqva y Solistas del Real) y escena de Blanca Li, nuevamente en los Teatros del Canal, y Madama Butterfly de Puccini (Luisotti / Michieletto, con Saioa Hernández como protagonista del primer reparto). De todos ellos, las óperas de Verdi, Schönberg, Poulenc/Schönberg, Weinberg y Puccini parecen, a priori, las más atractivas, teniendo en cuenta no solo el título sino también los encargados de las direcciones musicales, repartos, etc. La escena, ya se sabe, es un juego de azar que raramente nos sonríe estos días.

Por el contrario, en versión de concierto tenemos una serie de títulos en función única aunque de indudable atractivo a priori: Luisa Fernanda de Moreno Torroba (el atractivo aquí se llama Elina Garança), Orlando Paladino de Haydn, nada menos que con Il Giardino Armónico y Giovanni Antonini en el mando, y con buen reparto, Il ritorno d’Ulisse in Patria de Monteverdi (que el año pasado nos ofrecía Fabio Biondi en el CNDM) con el conjunto especialista I Gemelli comandado por el también especialista chileno Emiliano González Toro, El Murciélago de Strauss, por Les Musiciens du Louvre con Mark Minkowski al frente, Carmen de Bizet, por el conjunto historicista belga B’rock, con René Jacobs en el podio, y Dido y Eneas de Purcell, que repite esta vez, con Il Pomo d’Oro y Maxim Emelyanychev, además de Joyce DiDonato en el rol protagonista.

Se dedican dos funciones, pero también en versión de concierto, a la para mí desconocida ópera Halka, del polaco Stanisław Moniuszko (1819-1872), con dirección de Łukasz Borowicz, y cuatro, semiescenificadas, a la Medea de Charpentier por unos especialistas de primera en ese repertorio: Les Arts Florissants y William Christie. También semiescenificada, pero en una sola función, se ofrece otro bocado de indudable atractivo: Rappresentatione di anima et di corpo de Emilio de’ Cavalieri (c1550 – 1602), a cargo de Vox Luminis. En el apartado de estrenos absolutos, hay que anotar La Regenta, de María Luisa Manchado, y Tenorio (que se estrenó sin escenificar en 2017), de Tomás Marco.

Aunque algunas de las óperas escenificadas presentadas tienen un interés notable (cruzando los dedos para que no haya boutades), las que se ofrecen en versión de concierto, especialmente las de Haydn, Monteverdi, Strauss, Purcell, Bizet y Charpentier, al igual que la de Cavalieri, lo tienen incluso mayor. Que casi todas sean de función única y que los precios del Real para las óperas en versión de concierto excedan con mucho lo razonable (son muchísimo más caras que las que ofrece, con el mismo concepto, el CNDM) no hace sino incrementar una sensación de irritación notable. Pero, como se dice ahora… esto es lo que hay.

 

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