Rafael Ortega Basagoiti

Los podios, sus ocupantes, los méritos y las mayorías globales…

Traigo a este blog un texto que, en su mayor parte no es mío, pero que creo que invita a la reflexión. Hace algo menos de un mes, Norman Lebrecht recogía en su web (slippedisc.com) una noticia que casi no pasaba de ser anecdótica: la directora israelí Talia llan se había propuesto colgar en sus redes una imagen diaria de una directora de orquesta (viva o fallecida), para ver cuántas podía encontrar. El día de la noticia (27 de agosto, la iniciativa había empezado 3 años antes), había llegado a la cifra de 1000 (esa era la noticia). Pues muy bien, oiga. Lo que tal vez no estaba previsto era el debate que siguió, muy propio de estos días.

Unos discutiendo la verdadera entidad de las directoras, otros defendiéndolas con ardor, y otros embarcados en lo que subyace tras buena parte del asunto: el feminismo o, para ser más precisos, el feminismo radical.

Resultaron muy instructivos algunos mensajes de una violinista (apodada Frau Geigerin). Reproduzco aquí los más significativos, porque bien pueden invitar a esa reflexión que apuntaba. La traducción es un poco pedestre porque tampoco he querido echar mucho tiempo a pulirla, pero se entiende sobradamente.

El primero de sus mensajes:

“He tocado con 3 de los 10 nombres femeninos listados por Brettermeier (con uno de ellos regularmente), y en mi experiencia ninguno de los nombres femeninos listados puede compararse con el peor director masculino de tu lista (nota: Brettermeier, otro de los personajes que intervenía en el debate, se preguntaba si en la lista de la israelita había alguno que pudiera compararse con Carlos Kleiber, Bernstein, Karajan, Gatti, Järvi, Muti, Abbado, Bychkov, Barenboim, Rattle, Blomstedt, Mehta, Salonen, Netopil, o Chailly).  Eso no quiere decir que dentro de 20 años no vaya a ser así (yo entonces estaré jubilada o muerta, así que quizá no lo vea), pero lo cierto es que ahora mismo la cantera de directoras de orquesta no es lo suficientemente grande como para que surjan artistas de ese nivel. Lo que ocurre ahora es que, por razones políticas, las orquestas DEBEN tener directoras y a las directoras que, por el «curso natural» y el desarrollo de las carreras musicales no habrían llegado a ponerse al frente de una orquesta profesional, se les da la oportunidad de dirigir orquestas profesionales. Estamos empezando por el final, empujando a las mujeres a las carreras de dirección y haciendo creer a la gente que son las mayores estrellas de la dirección y, lo siento, las que he visto en el podio no lo son. ¿Quiere más mujeres directoras de orquesta? Anime a las mujeres a estudiar dirección de orquesta (y a los hombres a tocar el arpa o la flauta) y deja que las cosas se pongan en su sitio con el tiempo…”

Se desató la tempestad. A la buena de Frau Geigerin le dijeron de todo menos bonito, aunque más de uno consideró que la respuesta era brillante y respondía exactamente a lo que estamos viviendo. Llegó la respuesta desde el feminismo: “la razón por la que no se ven mujeres en los escenarios de las grandes orquestas NO es la falta de mujeres directoras. HAY mujeres directoras de orquesta, pero las que tienen más talento siguen sin ocupar el lugar que se merecen en el mundo de la música clásica, principalmente por culpa de gente conservadora y demagógica como tú.”

Frau Geigerin respondió con contundencia:

“Mientras haya mujeres que quieran dirigir, pero carezcan del talento, las habilidades y los conocimientos necesarios para hacer una carrera profesional en la dirección sin recordar constantemente a todo el mundo que son mujeres y que, por tanto, merecen oportunidades y visibilidad por el mero hecho de serlo, no ocurrirá [que ocupen los podios de las orquestas más importantes]. Las directoras buenas no están todo el rato hablando de eso, y de las malas nunca se oye el final de ese discurso. Como algunas directoras de orquesta necesitan la «ayuda extra» porque no pueden hacerlo por sí solas, y el discurso de la «visibilidad»/patriarcado/etc. es comprado por muchos y temido por aún más (todo el mundo tiene miedo de ser etiquetado hoy en día), no dejarán de generarse oportunidades extra para las mujeres y/o oportunidades sólo para mujeres. A propósito: Soy mujer. Llegué hace mucho tiempo a formar parte de las buenas orquestas profesionales sólo por mi formación, talento y trabajo duro, no diciendo a todo el mundo que tengo cromosomas XX. No necesité ni una clase magistral de violín sólo para mujeres, ni unas prácticas de orquesta sólo para mujeres. Tampoco lo hicieron mis compañeras, muy talentosas, de la orquesta. Simplemente fuimos mejores que los demás músicos que se presentaron a la audición el mismo día y por eso conseguimos el trabajo. Las oportunidades exclusivas para mujeres sólo benefician a las mediocres, no a las realmente buenas, y por ello deberían dejar de existir.”

Nueva respuesta del dedo acusador, insinuando que ella habría tenido suerte pero que si hubiera nacido hace años no diría esas cosas. La buena de Frau Geigerin, que evidentemente no es una niña, y tampoco se arredra, respondió con rotundidad:

“No tuve suerte, fui buena, y no necesité (ni necesito) que una manada de feministas de internet me diga qué es el feminismo, y que me digan que soy una víctima o que tuve suerte de conseguir un trabajo porque tengo vagina. Repito: no, no soy una víctima; no, no necesité ayuda para conseguir mi primer puesto en una orquesta profesional (probablemente antes de que tú nacieras); no necesité suerte. Sólo necesitaba ser la mejor en la audición. Las feministas que mencionas de mediados del siglo XIX o principios del XX lucharon por la igualdad. Lo que tú vendes NO es feminismo, porque lo que se llama feminismo hoy en día no busca la igualdad con el hombre, busca la venganza y poner a la mujer en una posición de privilegio, no de igualdad. Así que no, no soy una de vuestras feministas ni quiero serlo. Las feministas de verdad van a las audiciones, practican y hacen su trabajo lo mejor que pueden, y educan a sus hijos (sí, las mujeres nos quedamos embarazadas y tenemos hijos, no los hombres) para ser justas y no discriminatorias cuando crezcan. Oigo hablar de esos «programas para mujeres», «beca de dirección para mujeres», «orquesta de mujeres», «concurso para mujeres», «medidas de visibilidad para mujeres» y me estremezco. Las verdaderas feministas no necesitan recordar a todo el mundo que son mujeres recordar al mundo que sus bisabuelas fueron tratadas injustamente y se les negaron muchas cosas por ser mujeres; no tratan de convencer a todo el mundo de que merecen reconocimiento y visibilidad y privilegios por ser mujeres para compensar una desventaja histórica (porque eso es algo que muy probablemente no han experimentado ellas mismas)… llegan a la audición (en la que yo u otra de mis colegas femeninas seguramente se sentará en el tribunal) y tocan brillantemente su concierto de Mozart y los pasajes orquestales. Talento, arte y oficio. Lo demás son palabras y más palabras que sólo benefician a quienes no pueden ganarse la vida como músicos profesionales por méritos propios.”

Uno se siente tentado de decir: “No hay más preguntas, señoría”.

Pero… hay más. En la web de “Black lives matter” se encuentra uno el siguiente anuncio:

“En colaboración con seis de las principales orquestas del Reino Unido, Black Lives in Music (BLiM) organizará talleres de desarrollo profesional para instrumentistas de viento-madera en invierno de 2023. Invitamos a todos los instrumentistas de viento-madera de la mayoría global (músicos negros, asiáticos y de grupos étnicos tradicionalmente subrepresentados) a presentar su solicitud. Los talleres de desarrollo profesional incluirán ensayos en sección de viento madera, clases magistrales de extractos orquestales y audiciones simuladas. El objetivo de estos talleres es dotar a los participantes de las habilidades necesarias para lograr el éxito en futuras audiciones orquestales”.

Hay también audiciones similares para instrumentistas de cuerda. Las orquestas participantes en la iniciativa son: London Philharmonic Orchestra, Bournemouth Symphony Orchestra, Royal Liverpool Symphony Orchestra, Royal Northern Sinfonia, Royal Philharmonic Orchestra y City of Birmingham Symphony Orchestra.

Uno se pregunta si hay cosas así para la “minoría global”, o sea, los blancos. Parece que no.

Ahora si que no hay más preguntas, señoría.

NOTA: La imagen que encabeza este artículo es de la joven directora lituana Mirga Grazinyte-Tyla (1986), una de las más brillantes batutas femeninas del panorama actual, que alertó, hace algún tiempo sobre la peligrosa deriva que el asunto estaba tomando y el riesgo (que ella ya estaba observando) de que por ello se estuviera discriminando peligrosamente a los hombres, en esa especie de «venganza» de la que habla Frau Geigerin.

Compartir

5 thoughts on “Los podios, sus ocupantes, los méritos y las mayorías globales…

  1. Lloro de afinidad con ella. Hoy vi un Femijazz, festival de jazz, solo para mujeres y pensé en que, si eso fuera al revés, les habrían quemado el local. El talento no tiene género. En serio, esto no puede estar pasando. Entre esto y la situación surrealista, por decirlo suavemente, en España, con todo, ya no voy a poder ni entrar a Facebook. Es demasiado duro. Llevo un día espantoso y hay cosas que ya son la gota que colma.

  2. Hay que estar de acuerdo con esta mujer. Yo (ya jubilado), trabajando desde el año 1963 he contemplado la evolución de todo esto. Mi primera empresa (sector seguros) tenía muy pocas mujeres y siempre en puestos administrativos. A partir de los 70 la cosa empezó a cambiar, con trabajo. Y a partir de los 80/90 he convivido (yo y el resto) con mujeres y hombres igual de inútiles y preparados, sin distinción. Personalmente (lo tengo a gala) jamás he discriminado a nadie por su condición de tipo alguno. Y a día de hoy mantengo excelente relación con bastantes de esas personas con las que trabajé (curiosamente las personas con las que la relación es mas cercana es con las mujeres) . La ola actual que nos arrolla no tiene sentido alguno. No hablemos de política por favor, porque dan ganas de salir a la calle en plan Michael Douglas en aquella película de Un día de furia, y uno, sinceramente, no está ya para estos trotes

    1. Lo de Un Día de furia, no creas que no lo he pensado, pero con 67 años y artrosis iba a quedar un poco chusco. Claro que a las mujeres nos han pasado cosas, pero hemos ido avanzando y hemos llegado hasta aquí por méritos propios, sin que se nos haya regalado nada, cosa que parece que ahora es lo que quieren hacer, organizar un lugar de privilegio y además con la idea de «ayudar a las mujeres pobrecitas». La verdad es que no puedo estar de acuerdo con la nueva línea, la rechazo frontal y absolutamente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.