Rafael Ortega Basagoiti

Un estreno y dos rusos, en el segundo sinfónico de la OCNE

Madrid. Auditorio Nacional. Sala sinfónica. 29-IX-2023. Concierto sinfónico 2 de la temporada de la OCNE. Badalo: Khemia (estreno absoluto, obra encargo de la OCNE). Mussorgski (orq. Shostakovich): Cantos y danzas de la muerte. Chaikovski: Sinfonía nº 4 en fa menor op. 36. Solista: Brindley Sherratt, bajo. Director: Juanjo Mena.

El segundo programa sinfónico de la OCNE traía también el primer estreno absoluto de la temporada, una obra encargada por la propia OCNE a la joven compositora hispano-lusa Inés Badalo (1989) titulada Khemia. El musicólogo Rafael Fernández de Larrinoa nos ilustra sobre la misma en sus elaboradas notas al programa de mano, en forma que no tendré el atrevimiento de intentar mejorar.

Dice Fernández de Larrinoa que Khemia, término egipcio antiguo que vendría a significar “transmutación de la tierra”, “incide en la síntesis del sonido a partir de sus  propios «átomos», a través de distintos procesos texturales que la autora describe como «separación», «fermentación» o «disolución». Prosigue Fernández destacando que “estas inquietudes —cuyo origen se remonta a los texturalistas de la década de 1960 y los espectralistas de los años 70— han encontrado en los últimos tiempos un nuevo impulso gracias al constante desarrollo de las tecnologías del sonido, induciendo en la composición numerosos paradigmas procedentes de la música electrónica”. Continúa después destacando que este cambio “implica de forma colateral que los instrumentos musicales dejen de ser reconocibles por sí mismos, convirtiéndose en la materia prima para la síntesis de nuevos sonidos y participando en procesos de transformación sonora igualmente novedosos.” Música, en fin, como ha señalado algún colega, abstracta. Mena y los músicos de la OCNE la ofrecieron con profesionalidad y el público la acogió con amable tibieza.

Tras el estreno, dos rusos: Mussorgski y Chaikovski. Por fortuna aquí no parece haber calado la tontería esta de que hay que cancelar a ambos por ser rusos. Esperemos que siga así. La música de los Cantos y danzas de la muerte de Mussorgski tiene una singular riqueza de expresión. Raramente se vuelve luminosa, y sí a menudo estremecedora. Tuvo un magnífico traductor en el bajo británico Brindley Sherratt, que tiene una voz bonita, adecuadamente imponente, con la debida oscuridad y excelente presencia. Cantó con exquisita expresividad y convicción, y el público recibió su interpretación con lógico calor y entusiasmo. El gran nivel de lo escuchado lo merecía, sin duda. Buen acompañamiento de Mena y los músicos de la OCNE.

La segunda parte estaba ocupada por la Cuarta Sinfonía de Chaikovski. Sin duda una de las más populares, con toda justicia, de su ciclo. Una creación redonda, tanto en su construcción como en su variedad de climas, orquestación e intensidad. La comenzó el maestro vitoriano con un tempo bien contenido en el Andante sostenuto inicial. A un punto más de velocidad, aunque también contenido (incluso en el gesto), el moderato con anima subsiguiente. Supo Mena refrenar el más que natural impulso que muchos tienen a llevar demasiado lejos (o empezar demasiado pronto) la indicación de Chaikovski “stringendo”, que muchas veces tiende a terminar en velocidades desbocadas. El compositor, que era bastante puntilloso en estas cosas, era tal vez consciente de esa tentación, y quizá de ahí su prevención explícita, reiterada varias veces: “Ben sostenuto il tempo precedente”, manera italiana muy fina de decir “ni se te ocurra correr más de lo debido”.

Esta contención, que en otras ocasiones no hemos apreciado en las interpretaciones de Mena, no fue óbice para una construcción sólida y de adecuada tensión en el clímax del primer movimiento. Tuvo buen canto de madera y cuerda el andantino in modo di canzona, y envidiable empaste y diálogo cuerda-viento en el animado pizzicato ostinato del tercero. El cuarto, en fin, fue apropiadamente festivo, intenso, brillante, pero sin desbocar la indicación allegro con fuoco. La prestación orquestal fue, como nos tiene acostumbrados últimamente la Nacional, excelente, con especial mención para una cuerda muy bien empastada y una madera ejemplar. Bien igualmente el metal, aunque en algún momento pudo haber algo más de precisión y ajuste en las trompas. Gran éxito de maestro y orquesta para este segundo sinfónico de la temporada.

Colaboraciones en Scherzo:

https://scherzo.es/catania-encomiable-apuesta-belliniana/

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4 thoughts on “Un estreno y dos rusos, en el segundo sinfónico de la OCNE

  1. Intenté casar los comentarios del programa con la composición de Inés Badalo, pero no lo conseguí. Una parte importante del fracaso se debe a mi ignorancia musical, por supuesto. Cuando escucho estas obras no me despiertan interés. Lo siento de veras

    1. Hay palabras, incluso algún fragmento de frase, que ayudan a hacerte una idea. Por ejemplo, eso de «implica de forma colateral que los instrumentos musicales dejen de ser reconocibles por sí mismos, convirtiéndose en la materia prima para la síntesis de nuevos sonidos y participando en procesos de transformación sonora igualmente novedosos». Las peculiares sonoridades extraídas de las flautas o de los instrumentistas de viento metal golpeando con la palma de la mano las boquillas de sus instrumentos, son un ejemplo. Yo, por mi parte, te entiendo perfectamente

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